Porque,
os acordáis que estábamos en Vientiane esperando nuestro visado a
la India y que por fin lo conseguimos? Pues aquella misma noche
cogimos un autobús nocturno hasta Pakse, nuestra siguiente parada ya
en el sur del país. El autobús costaba 17,5 euros y tardó 12 horas
en llegar a su destino. La suerte es que era un autobús cama, y
aunque las camas no eran demasiado grandes, pudimos ir en posición
horizontal.
Eran camas de matrimonio, una a cada lado del pasillo a dos alturas. Lo curioso es que dos personas duermen en una cama de más o menos un metro de ancho. Y si vas con tu acompañante perfecto, pero si no, te meten con el siguiente que llegue. Eso si, por suerte para los viajeros que van solos, siempre de tu mismo sexo. Pero lo de compartir una cama tan pequeña con un desconocido me parece un poquito violento. Es que si te giras, le echas el aliento en la carita y si te descuidas le pasas la pierna por encima. Pues el autobús terminó llenándose hasta las trancas y la gente iba tumbadita al lado de quien le hubiera tocado. Nosotros, por suerte, fuimos juntitos. Aunque en una cama de un metro de ancho por 1,60 de largo imaginaos a mi Pablito, haciendo zigzag por el colchón y yo rellenando los huecos libres. Hubiera sido mejor un laosiano? Que al menos son pequeñitos? Seguro que no, que encajamos como un tetris y con la dormidina que nos tomamos pudimos dormir algunos ratos. Eso si, cómo era el baño del bus ni os lo voy a contar, imaginadlo mejor. Si queréis ver en un video cómo es un autobús-cama laosiano pinchad AQUI.
Eran camas de matrimonio, una a cada lado del pasillo a dos alturas. Lo curioso es que dos personas duermen en una cama de más o menos un metro de ancho. Y si vas con tu acompañante perfecto, pero si no, te meten con el siguiente que llegue. Eso si, por suerte para los viajeros que van solos, siempre de tu mismo sexo. Pero lo de compartir una cama tan pequeña con un desconocido me parece un poquito violento. Es que si te giras, le echas el aliento en la carita y si te descuidas le pasas la pierna por encima. Pues el autobús terminó llenándose hasta las trancas y la gente iba tumbadita al lado de quien le hubiera tocado. Nosotros, por suerte, fuimos juntitos. Aunque en una cama de un metro de ancho por 1,60 de largo imaginaos a mi Pablito, haciendo zigzag por el colchón y yo rellenando los huecos libres. Hubiera sido mejor un laosiano? Que al menos son pequeñitos? Seguro que no, que encajamos como un tetris y con la dormidina que nos tomamos pudimos dormir algunos ratos. Eso si, cómo era el baño del bus ni os lo voy a contar, imaginadlo mejor. Si queréis ver en un video cómo es un autobús-cama laosiano pinchad AQUI.
MARAVILLOSO NUESTRO BUS CAMA
Llegamos
a Pakse a las 7,30 de la mañana y nos fuimos al hotel en el que nos
estaban esperando Loli y Edu. Por cierto que el hotel se llamaba
Sabaidy 2, por 11 euros al día la doble con baño, y estaba bastante
bien, aconsejable. Estábamos deseando ver a estos dos y ellos
estaban deseando que cogiéramos las motos y nos piráramos a dar
vueltas, así que con dos horquillas para sujetarnos los ojos nos
alquilamos una moto y nos fuimos todo el día a ver cataratas y
plantaciones de café. Porque a la ciudad de Pakse, como no a orillas
del río Mekong, la rodea una meseta llena de plantaciones de café y
té. Y el clima es más fresco, no hace tanto calor, así que
perfecto para nuestra motito alquilada a 4,5 euros el día. Visitamos
un cafetal de una familia que nos enseñó una señora muy sonriente
que no hablaba ni una palabra de inglés y allí mismo nos tomamos un
té y un café hecho con granos de sus mismas plantas. De la mata a
la boca!! lástima que no bebo café, pero según Pablo estaba rico.
AQUÍ CON LA DUEÑA DEL CAFETAL A LA QUE LE ENCANTABA POSAR PARA LA CÁMARA
CAFÉ LISTO PARA RECOGER
Y DE NUEVO CON LA SEÑORA POSANDO BEBIENDO SU TÉ Y SU CAFÉ
Cataratas
hay varias por esta zona. Pero como siempre, en Laos te cobran hasta
por respirar, había que pagar por acceder a ellas. Decidimos pagar
en dos, una costaba un euro y la otra 50 céntimos. La verdad es que
eran bien bonitas, y en una de ellas te podías hasta bañar. Lo que
pasa es que yo soy un poco espesita y tiene que hacer un calor de
desmayarse para que yo me sumerja en un río helado. Pero Loli, que
es como un pececito y se sumergiría hasta en un charco, se quedó
con las ganas.
Por
la tarde subimos hasta un mirador que hay en una colina al otro lado
del río. Puedes ver el sol ponerse, el cielo naranja y la ciudad de
Pakse abajo. Unas vistas espectaculares que hicieron que mereciera la
pena la subida que nos dejó con la lengua fuera.
HABÍA QUE SUBIR UN BUEN TRAMO DE ESCALERAS PARA LLEGAR A LA CIMA
PANORÁMICA DE PAKSE DESDE EL MIRADOR CON UN PRECIOSO ATARDECER
En
Pakse hay alguna otra cosa que hacer pero decidimos no hacerlas y
seguimos nuestro camino hacia el sur. La siguiente parada eran las
4000 islas, un lugar en el que el Mekong se abre asta alcanzar los 14
km de ancho y en su interior hay, según dicen algunos que las han
contado, 4000 islas. Pues en algunas de ellas hay hoteles para que te
quedes a dormir y para allá que nos fuimos. Desde Pakse puedes coger
una minivan que te recoge en tu hotel a las 8 de las mañanas y en
unas dos horitas te deja en tu destino por 6,5 euros. Pero como a
ninguno de los 4 nos apetecía levantarnos temprano y a los 4 nos
gusta complicarnos un poco la vida, decidimos hacer el trayecto por
nuestra cuenta en un bus local. Y os digo una cosa, al final nos
salió mucho más caro y tardamos tres veces más, pero fue tan
divertido que nos mereció la pena. Nos plantamos en la estación de
autobuses a las 11 de la mañana pero nos confirmaron que hasta las
12,30 no salía la siguiente camioneta. Porque no son autobuses los
que van a las islas, son unas camionetas con bancos de madera en
paralelo y la mercancía en el techo. Pero al rato llevo un
miniautobús que iba en esa dirección, aunque no llegaba hasta el
puerto donde debíamos coger un barquito para llegar a las islas,
sino que paraba un poco más al norte. Como lo vimos un poco más
cómodo decidimos montarnos juntos con 3 franceses que también
andaban buscando cómo ir en esa dirección. Tras hora y media de
espera en la terminal en la que Loli y yo nos dejamos querer por una
chica que por un euro nos hizo la manicura, salimos rumbo a las
islas. El minibus se llenó a límites insospechados y paraba cada
dos minutos para subir o bajar a alguien o algo. Fue muy gracioso que
en una de las paradas que hizo se subieron (no se dónde porque ya no
cabía ni un alfiler) un montón de mujeres vendiendo carne asada
ensartada en palos. Y también te la metían por la ventana! Y la
refregaban por las cortinitas pútridas o por los asientos. Muy
higiénico todo pero muy divertido, nos reímos un montón. En una de esas paradas se le sentó a Loli una señora con cuatro dientes y los que tenía, los tenía más negros que el carbón. Intentaron comunicarse entre ellas, Loli le puso a Bob Marley en los auriculares y la señora bailaba al son de "get up, stand up" como una mismisima rastafari. Y luego la señora no paraba de acariciarle la cacha porque se ve que le gustaba el colorcito blanquito de su piel y el tacto de una piel suave. Nos reímos mogollón!
LA ESTACIÓN DE BUSES DE PAKSE, AUTÉNTICA DONDE LAS HAYA
MANICURA PARA LAS SEÑORITAS...
Y AQUÍ EL RESULTADO
ARRIBA QUE NOS VAMOS!
MOMENTO VENTA DE POLLOS ASADOS EN EL AUTOBUS!
AL FINAL TODOS NOS HICIMOS AMIGOS
Cuando
el autobús llegó a su destino quedaba una hora de luz y no había
muchas opciones para bajar hasta nuestra isla. Por tierra no había
opciones, así que lo único era contratar a alguien que nos llevara
con un barco hasta allí. Claro que dada la hora y las pocas opciones
nos cobraron un poco más de lo normal, en este caso 5,5 euros por
una hora de trayecto que no me pareció demasiado. El paseo en barco
por el Mekong a través de las islas con el sol escondiéndose fue
precioso y mereció los 5 euros que pagamos. Finalmente llegamos a
nuestro destino anocheciendo y habiendo gastado 11 euros por persona. Aquí puedes ver un vídeo del divertidísimo recorrido. VIDEO
LLEGANDO EN BARCA A DON DET
Nos
hemos quedado en una isla llamada Don Det, una pequeña isla de
caminos de tierra en la que sólo hay motos y bicis. Hay unos cuantos
hoteles y bastantes restaurantes para alojarse. Está lleno de
cabañas a precios de risa (por 3 euros puedes quedarte en una cabaña
de madera sobre el Mekong), pero como vimos que había muchísimos
mosquitos y que las cabañas no tenían mosquiteras en las ventanas,
nos buscamos un edificio muy bonito e impecablemente nuevo por 8,5
euros la noche. No se el nombre, o creo que ni tenía. Una vez
instalados nos fuimos a cenar y a la camita, que a la mañana
siguiente nos esperaba un día de bicis. Y eso hicimos nada más
levantarnos, alquilarnos unas bicis por un euro el día. El paisaje
en estas islas es muy bonito, con el Mekong marrón, mucha vegetación
super verde y los caminos de tierra roja. Y un cielo azul que no se
nos nubló en todo el día.
Atravesamos la isla de Don Det para
cruzar a la isla Don Khone a través de un puente de cemento en el
que tienes que pagar casi 4 euros para que te dejen acceder a ella.
De nuevo los sangrinos laosianos cobrando por cruzar un puente. Al
menos la entrada te da derecho a visitar unas cataratas que hay en la
isla y que eran nuestro objetivo. Las cataratas no eran muy altas
pero muy impresionantes por la fuerza del Mekong en ese punto. Es
increíble ver tanta agua cayendo con tanta fuerza. Allí, en un
remanso tranquilo aunque sospechoso por lo marrón del agua y por los
picotazos que nos daban suponemos que pececillos ávidos de pieles
muertas, nos dimos un bañito que nos supo a gloria.
LA ESCUELA DEL PUEBLITO TODA DE MADERA
El resto del día lo pasamos entre comer en un restaurante de una señora que nos cocinó una comida que estaba de muerte, e ir hasta un mirador en la otra punta de la isla para intentar ver delfines y la puesta de sol en el Mekong. No vimos ningún delfín, pero ver atardecer en ese mirador fue una pasada. Nos fuimos temiendo que se nos hiciera de noche por esos caminos de tierra llenos de agujeros sin una sola luz que nos alumbrara. Pero a Edu se le salió la cadena de la bici y como es una nenaza tardó más de media hora en colocarla de nuevo. Así que se nos hizo de noche y volvimos comiéndonos todos los agujeros del camino. Nada que no pudiéramos superar con una cena “all you can eat” por 5,5 euros. Podéis imaginaros a Edu y Pablo. Loli y yo fuimos más comedidas aunque nos pusimos como puros gordacos los cuatro.
EN EL MIRADOR INTENTANDO VER DELFINES
AL FINAL LO QUE VIMOS FUE A UNOS MONJES CAMBOYANOS
A LA VUELTA NOS ENCONTRAMOS CON ESTE PRECIOSO ATARDECER
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