Hola. Mi nombre es Pablo. Seguramente algunos aún me recordéis. Soy esa persona que sale en las fotos al lado de Elena. Para el que no lo sepa, yo también estoy dando la vuelta al mundo, jeje. Mi relación con nuestro blog empezó como todas las relaciones, eramos felices, nos gustaba estar juntos... Pero un buen día, me di cuenta de que me engañaba con Elena, solo quería estar con ella y solo quería hablar con ella. Lo pasé fatal. Pero no importa... SIEMPRE ME GUSTARON LOS TRIOS!! jejejeje.
En fin, como ya muchos habréis deducido, YO voy a escribir este post, reivindicando lo que me corresponde... escribirlo cuando Elena no tiene ganas, jajajajaja. En fin, “cest la vie”...
Abandonamos la parte sur del país para adentrarnos en la zona al noroeste de la ciudad de México. Siguiendo las recomendaciones de Oscar, un chico que trabajaba en el Kinoki (si, ese bar-cine-restaurante-teteria-biblioteca-tienda tan fantástica que había en San Cristobal, un abrazo Oscar!), nos dirigimos en primer lugar a la ciudad de Guanajuato. Cuando llegamos cogimos un bus desde la terminal de buses hasta el centro (4 pesos por persona, usease, como 20 céntimos de €). Estaba lloviendo a mares, y ahí nos veis a los dos arrastrando nuestros maletones, que pesan más que el Brito jarto de montaitos de pringá, bajo la inclemente lluvia buscando un hotelito pa quedarnos unas noches. Pues bien, después de muuucho andar bajo la lluvia llegamos al hotel Don Quijote (22 € la noche), con un par de balcones que miraban directamente a la Catedral y con una cama King Size (que pa que se entienda el tamaño, yo cabía mejor en horizontal que en vertical).