A 40 días de nuestro viaje se te pasan muchas cosas diferentes por la cabeza.
Por un lado estoy todo el día pensando en los sitios que vamos a ver. Cualquier documental del “canal viajar” te hace cambiar de opinión, por ejemplo: “…las playas de Cairns, en Australia, son unas de las mejores playas del mundo…” y entonces digo yo: “Elena, que he pensado que podemos pasar por Australia para ver la barrera de coral”, al día siguiente: “…la cordillera del Tibet, la más majestuosa del mundo, se encuentra…” y otra vez yo, “Elena, que en vez de a las playas de Australia, ¿por qué no vamos mejor a hacer un trekking por el Tibet?”. Al otro, “… en Utrera podemos degustar los típicos mostachones y las famosas lenguas de nata…” y yo digo entonces, “Elena, ¿a qué hora merendamos?”. En fin, que aunque parezca mentira, no sabéis lo que estresa el no saber dónde vas a acabar. Pero eso es realmente lo fantástico de este viaje, aunque a Elena esto la tenga loca, jeje.
En nuestro viaje a Thailandia, Elena le pedia a Budha poder cumplir su sueño