Cuando
estás en el sur de Laos tienes dos opciones para entrar en Camboya.
Una es volar desde Pakse y la otra hacerlo por tierra. El vuelo
hasta Siem Reap, en Camboya, costaba algo más de 100 euros por lo
que decidimos hacerlo por tierra. Cuando buscamos información en
internet fue bastante desalentador: todo el mundo hablaba de un
trayecto interminable y del paso de la frontera más corrupta de toda
Asia en la que tienes que sobornar al policía para que te den el
visado. Algunos hablaban de salir a las 8 de la mañana y llegar al
destino más de las 12 de la noche. “Haz éste camino por tierra
sólo si estás muy desesperado, si tienes pasta vuela” habíamos
leído. Ante toda esta información decidimos hacer lo más
consecuente: irnos por tierra. Ahí, echándole valor a la cosa,
luchando contra los elementos para vivir en nuestras carnes una
pesadilla de día. Quién dijo miedo? Corruptos a mi, que soy capaz
de pelear hasta las últimas consecuencias si pienso que me están
cobrando de más en un tuk tuk. Pues ahí que fuimos los cuatro en la
isla de Don Det a comprar nuestros billetes hasta Siem Reap. De
momento empiezas con el timo del precio: en la isla todos venden
este trayecto a 30 euros. Es una pasada absoluta, un robo, pero como
todos lo venden a eso y estás en una isla no te queda otra que
tragar. Aunque luego descubrimos que había otra opción más barata
que os la cuento en un ratito. Le especificamos que queríamos hacer
el trayecto en autobús y no en minivan ni minibus y el tipo nos dijo
que perfecto, que nuestros billetes eran para autobús, que en
nuestra opinión es mucho más cómodo.
A
las 8 de la mañana estábamos en el embarcadero, junto a otro puñado
de guiris, para salir de la isla y llegar a tierra firme. Esto ya
está incluído en el precio que has pagado. El trayecto en barco es
cortito, en unos 20 minutos estás en tierra y andas unos 5-10
minutos hasta la estación de autobuses. Allí llegó un tipo que nos
dijo que teníamos que esperar a las 9,30 para salir pero que
mientras repartiría los papeles para la visa para que los
rellenáramos y se lo entregáramos. Pero claro, después de todo lo
que habíamos leído yo iba con las uñas fuera y dispuesta a pelear
cualquier cosa. El tipo te pedía el pasaporte, los papeles rellenos,
una foto y 40 dólares, cuando yo sabía que el precio legal del
visado para Camboya era de 30. Le dije que no, que yo no quería que
me lo arreglara él, que lo haría yo misma en la frontera. Alguna
gente dijo lo mismo pero el tipo empezó a meter miedo, a decir que
allí hay muchas colas y que si no te da tiempo el autobús no te
espera y se va sin ti... el caso es que todo el mundo le creyó y le
pagó religiosamente los 40 dólares. Juegan con eso, con el miedo de
la gente para sacarle la pasta. Nosotros 4 no le dimos nada y
decidimos hacerlo nosotros. A las 9,30 salieron dos minivans con
todos los guiris hacia la frontera. Y cuando llegamos empezó lo
divertido. Fuimos hasta el puesto fronterizo de Laos donde debes
sellar la salida del país. Allí el tipo te pide 2 dólares por
sellarte el pasaporte de salida. No es la tasa, es dinero para su
bolsillo, o le pagas o no mueve su santa mano para estampar el sello,
así de simple. Y os aseguro que después de 54 países visitados es
la primera vez en la historia que nos piden que paguemos para poner
el sello de salida. Le decimos que no vamos a pagar los dos euros,
que no nos importa que no nos ponga el sello porque nunca volveremos
a Laos y nos vamos con aire despechado. El puesto fronterizo de Laos
está separado del de Camboya por unos 100 metros en medio de la nada
en los que no hay nada ni nadie, ni un policía si quiera. Pero justo
antes de llegar al puesto de Camboya hay una mesa con 4 personas
vestidas de blanco que te dicen que son de la oficina de control de
la malaria y que tienes que pagarles un dólar por que te tomen la
temperatura en la oreja con un termómetro que tiene vida propia de
la cantidad de orejas que ha visitado. Habiendo leído sobre ésto
pasamos muy rápidos y les dijimos que no, que teníamos nuestras
cartillas de vacunación en regla y que no lo necesitábamos. Pasamos
rápido y con decisión, sin darles mucha opción a réplica. Pero a
los que venían atrás los pararon y pagaron el dólar por que les
tomaran la temperatura, otro timo más.
En
el lado fronterizo hay un edificio nuevo inmenso y precioso que está
completamente vacío. Sorprendentemente la oficina se encuentra en
una casucha de madera súper cutre en la que hay un policía con cara
de perro. Y de nuevo, por primera vez en la historia, nos miró si
habíamos sellado la salida de Laos. Cuando entras en un país no
miran si has sellado la salida del anterior, a ellos eso no les
importa, eso es tu problema con el otro país. Pero aquí son todos
unos corruptos y están compinchados unos con otros. Miró el
pasaporte y dijo: no tienen el sello de salida a Laos, no puedo
darles el visado de entrada en Camboya. Así de simple, tienes que
pagar al corrupto porque si no se nos acaba el chiringuito, y yo
controlo que le pagues a él así como el controla que me pagues a mi
y todos contentos. Así que nos tocó andar de nuevo los 100 metros y
volver al puesto de Laos con la cabeza gacha para pagar los dos
dólares por persona y pedir que nos pusieran el sello. Con lo
despechada que me había ido yo de allí y me tocó tragarme mis
palabras. Ya con el sello nos fuimos al lado camboyano para sacar la
visa. Recordáis que os dije que la visa para Camboya cuesta 30
dólares? Pues el tipo nos dice directamente: tenéis que pagar 35
dolares por la visa y el sello. Y eso qué significa? Que tienes que
pagar 30 dólares por la visa y 5 para que el corrupto de turno se
digne a poner la pegatina de entrada en tu pasaporte. Vamos que se
lleva 5 dólares para su bolsillito limpios de polvo y paja. Y no hay
discusión que valga eh? Que el tío tiene una cara de mala leche
como para discutirle nada. Uf, yo estaba envenenadita de la muerte,
con un cabreo monumental pero... no queda otra, si quieres entrar en
Camboya por allí tienes que sucumbir a los encantos de los que
custodian la entrada. Al menos pagamos en total 37 dólares y no los
40 que quería cobrarnos el del autobús. El tipo se gana 3 dólares
por turista por gestionarlo. Vamos un sacadinero en el que todos
ganan. Imaginad la cantidad de gente que pasa por allí al día,
estos tipos deben estar forrados. Y en internet hay muchísimas
denuncias de que esto pasa pero claro, si son ellos mismos, la misma
policía, que puede pasarles?
Con
nuestros sellitos puestos nos vamos a un sombrajo para resguardarnos
del sol y a esperar a que nos digan que nos vamos. Allí nos metimos
todos los guiris y los sinvergüenzas nos tuvieron más de dos horas esperando para irnos. Porque tiene que venir un transporte a
recogerte desde el lado camboyano, porque tiene que llenarse con
cosas para que les compense el trayecto y porque pasan de ti
mogollón, porque les da exactamente igual tenerte más de dos horas
esperando, total ya has pagado y no van a devolverte nada. Menos mal
que había una petanca y estuvimos jugando un rato. Pero la verdad es
que resultaba desesperante e indignante. Pablo pasó su momento de
crisis allí.
JUGANDO A LA PETANCA EN LA FRONTERA
Aquí
es cuando entra en juego la otra opción de la que os hablaba. Cuando
cruzamos la frontera vimos que en el lado camboyano hay una opción
para ir hasta Siem Reap. La empresa de un español instalado en la
ciudad que trabaja en el turismo manda cada día una minivan al
puesto fronterizo para traer a los guiris hasta Siem Reap. Cobran 15
dólares, la minivan estaba impecablemente nueva y bastante amplia,
con wifi gratuita y un tipo sonriente y encantador que esperaba a los
guiris que vinieran por libre para llevarlos. Salió súper puntual a
las 11,30 y a las 6,30 llegaba al destino. Maldecimos mil veces por
no habernos ido para allá por libre, sin duda la mejor opción y la
más barata. A las 8 te vas al muelle y pagas al barquero para que te
cruce, a las 9,30 te metes en las minivans que llevan a los guiris
hasta la frontera y una vez que cruces te vas con este tipo. Puedes
mandarles un email para asegurarte de que estará allí esperándote,
pero si no lo mandas creo que igualmente te lo encuentras allí.
Ojalá nosotros lo hubiéramos hecho así.
Porque
nosotros tuvimos que esperar más de dos horas, hasta la 1 y habíamos
llegado poco más de las 10, hasta que vino una minivan vieja y
destartalada a recogernos. Os acordáis que habíamos especificado
que queríamos ir en bus? Pues un mojón para nosotros, la minivan
estaba allí para recogernos y era lo peor. Pero esa minivan sólo te
lleva hasta la primera ciudad de Camboya, porque la frontera está en
medio de la nada. Pensamos que en la ciudad ya pillaríamos el
autobús para ir hasta Siem Reap. El trayecto hasta esta ciudad,
Stung Treng dura como 1,15 horas. Llegamos como a las 2,15 de la
tarde. Nos pedimos algo para comer (aquí fue cuando pasé yo mi momento me pongo de los nervios por el hambre y me convierto en león) y a las 3 apareció nuestro
transporte: una minivan. A esas alturas ya estábamos negros la
verdad, era un timo constante por todas partes. Y encima ahora la
minivan, nosotros que habíamos especificado que queríamos un
autobús. Loli como una loca decía que ella no se metía en una
minivan. Y qué hicimos? Pues claro que si, callarnos la boca y
meternos en la minivan. Qué puedes hacer? Estás en medio de
Camboya, has pagado el transporte, no hay nadie que se haga
responsable y la gente no habla ni inglés. No te queda otra que
tragar y aguantarte. La minivan fue por una carretera nueva que
abrieron hace un año y tardó 5 horas en llegar a Siem Reap. Tengo
que decir que este trayecto al final no se hizo tan pesado, la
minivan no iba muy llena y pudimos tumbarnos un rato.
Finalmente,
a las 8,15 de la tarde llegamos a Siem Reap, más de 12 horas después
de haber llegado al muelle en Don Det. Nosotros íbamos siguiendo la
ruta con el maps.me y sabíamos exactamente dónde estábamos en todo
momento. Y el tipo de la minivan se salió a una estación de
autobuses 6 kilómetros antes de llegar a la ciudad y nos dijo que
habíamos llegado. Claro que fuera había una legión de tuks tuks
esperando para llevarnos a todos los guiris al centro por una
cantidad considerable. Y aquí Edu sacó al satanás que lleva dentro
y le dijo al conductor que no nos bajábamos, que habíamos
contratado el transporte hasta el centro y que de ahí no nos
bajábamos. Por suerte los otros tres guiris que iban en la minivan
empezaron a decir lo mismo, que de allí no se bajaba nadie hasta que
no nos llevaran al centro y salía ni una maleta. La pelea duró unos
15 minutos en un tira y afloja entre el conductor, los tuktuseros y
nosotros haciéndonos fuertes dentro del autobús. La verdad es que
llevábamos un día de tomadura de pelo tras tomadura de pelo y no
estábamos dispuestos a soportar ni una más. Así que no le quedó
otra que llevarnos hasta el centro o le tocaba quedarse toda la noche
con nosotros dentro del coche.
Jajajajaja
ResponderEliminarQué entretenido!!!
Nada mejor que un policía corrupto para desahogarse.
Un beso gigante de
Arancha
Siiiiii corrupcion total que desesperación! Besos guapita
EliminarQue gran experiencia jajajka gracias por compartir, viajó en octubre para hacer la misma ruta, me servirá de mucho vuestra experiencia sobre todo la de que no me metan nada en el oído jajajja
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