Llegar a Bombay también nos costó lo suyo. Y es que en India lo peor son los desplazamientos: son lentos, incómodos y en muchos casos muy sucios. Después de muchos días de tren y de nuestra experiencia en el autobús nocturno sin baño decidimos probar suerte con los vuelos y encontramos uno muy barato de Goa a Bombay. Y por qué era tan barato? Pues porque era a la maravillosa y agradable hora de las 5,30 de la madrugada.
Agonda: La mejor playa de Goa
Os acordáis de que os dejé en un día en el que amanecimos con diarrea y vomitando? Pues aquella misma tarde teníamos pagado un autobús cama de 12 horas sin baño hasta Goa, nuestro siguiente destino. Si si, habéis leído bien, sin baño. Ayesha llevaba 24 horas más mala que un perro, y nosotros ya os he dicho que amanecimos malos. Pensamos que de ninguna manera nos meteríamos en un autobús sin baño en ese estado, así que intentamos que nos cancelaran el billete.
Que ver y hacer en Fort Kochi, Kerala, India
La
primera vez que pisamos Asia fue en el año 2005. Nos estrenamos en
la India recorriendo durante un mes el norte del país y os aseguro
que en aquél momento nos pareció un viaje muy duro. Y no se si era
la India o eramos nosotros. Habíamos estado ya varias veces en
América pero nunca en Asia, nuestro presupuesto, como siempre, era
muy bajo y la crudeza de la India nos golpeó en la cara. Miseria por
todas partes, calor bochornoso, hoteles asquerosos con bichos por
todas partes, comida picante hasta el extremo y gente pidiéndote
dinero hasta por decirte la hora. Cierto es que las cosas tan
alucinantes que vimos compensó todo lo demás. Pero aún así hemos
venido a la India recelosos de qué nos íbamos a encontrar. Y nos
hemos encontrado con un lugar muy distinto a todo aquello de hace 10
años. Y no se si somos nosotros, que tenemos ya en total más de 16
meses viajando por Asia y varios años dando vueltas por el mundo, o
si la India ha cambiado en algunos aspectos. Yo creo que es un poco
de todo, que ya estamos acostumbrados a encontrarnos con lo que sea,
que en India han surgido opciones para dormir y comer más cómodas y
limpias a precios económicos, que la comida aquí no pica tanto y
que esta zona del país es diferente al norte. Y es que en todas
partes leemos las bondades del estado de Kerala: que es el estado más
seguro de la India, el más democrático, el que cuenta con más
servicios sociales (cada aldea dispone de 2 médicos y 3 profesores)
y, añado yo, el de la gente más amable. Aquí todo el mundo sonríe
con esos dientes blancos impecables, porque no mastican betel, así
que ni tienen los dientes rojos ni escupen todo el rato: otro punto a
favor!
También
puede ser que llevamos sólo una semana aquí, ya os contaré cómo
me siento cuando lleve dos meses. Pero de momento tengo un subidón
de los buenos. Como dice Pablo, estoy en la parte alta de mi montaña
rusa particular, sintiéndome afortunada y recitando mi felicidad
cada momento del día. Y es que no se me quita la sonrisa de tonta:
que si cuánto me gustan los saris, que si qué sonrientes que son,
que si la comida es deliciosa... y es que me siento afortunada y
feliz. Así que aquí estamos, disfrutando de nuestro reencuentro con
la India y de la suerte de tener tiempo para quedarnos tres o cuatro
meses por aquí si nos apetece. Que igual dentro de dos meses estoy
hasta el moño y salgo huyendo, que en esta montaña rusa lo mismo se
está arriba que se baja a lo más profundo y de pronto ya te resulta
agobiante que todo el mundo quiera que entres en su tienda o que te
montes en su rickshaw, ya os lo iremos contando poco a poco. Porque
además, que 72 rupias sea un euro significa que tengo que estar
usando todo el rato la tabla de multiplicar del 7 que nunca me he
sabido, punto negativo para la India. Igual me marcho antes.
Nuestro
avión llegó hace una semana a Kochi, la ciudad más turística del
estado de Kerala, al sur de la India. Nos habíamos reservado por
internet una habitación en un Homestay, que es algo así como un bed
and breakfast... que pasa que todo son palabrejos en inglés? Pues es
que no hay una palabra en español, una casa que alquila habitaciones
con baño y te dan el desayuno. Vamos que no es un hotel, sino una
casa con 4-5 habitaciones. Kochi está lleno de estos homestay,
llenito, una casa si y otra no es una casa de huéspedes: bingo!!!
esta es la palabra? Por fuera todos pintan preciosos, arregladitos y
limpios. Y el nuestro es todo eso, acogedor, limpio, con un chico
amabilísimo que te atiende, buen internet y un desayuno fantástico.
Se llama Queens Haven y está muy bien situado. Cuesta 1100 rupias la
noche, 16 euros. Es algo caro para la India pero incluye desayuno,
que para nosotros era fundamental.
Como
llegamos a las 11 de la noche decidimos pedir que vinieran a
buscarnos. Durante el día puedes venir desde el aeropuerto en
autobús por poco dinero, pero si llegas tan tarde toca coger un taxi
que nos cobró 16 euros (1100 rupias). Y como Fort Kochi está a más
de 40 kilómetros por carreteras bastante malas, tardamos más de una
hora en estar instalados. Y cansados, porque desde Manila nos comimos
todo el día de aeropuertos y aviones, y con el desfase horario nos
acabamos acostando a lo que para nosotros eran la 5 de la mañana.
Kochi
nos ha parecido una ciudad preciosa para descubrir despacito. Quizás
puedas verla en un par de días, pero si te tomas tu tiempo (nosotros
nos hemos quedado una semana), descubrirás que hay muchas cosas para
hacer y lugares donde relajarte sin hacer nada. Está llena de
edificios coloniales e iglesias católicas herencia de ingleses,
holandeses, españoles y portugueses que pasaron por aquí, y resulta
curioso ver en la India un estado católico, con iglesias llenas de
mujeres con saris yendo a tomar la comunión. Pero no sólo hay
católicos en Kochi, sino que varias religiones conviven en un
espacio relativamente pequeño, de forma que en un mismo barrio hemos
visitado un templo hindú, una iglesia católica, una sinagoga judía
y una mezquita musulmana. Porque aquí, cada madrugada, te despierta
el almuédano cantando desde las mezquitas mientras hueles el sándalo
que tienen permanentemente encendido en la casa, vaya mezcla, no? Me
encanta y me fascina.
UNA
IGLESIA CON CABRAS DENTRO Y FUERA
MIRAD
ESTA IGLESIA DE ÉPOCA DE LA COLONIA, CON LOS GRANDES ABANICOS
COLGANDO DEL TECHO QUE MOVÍAN DESDE FUERA TIRANDO DE CUERDAS
EDIFICIO
COLONIAL
LA
ENTRADA A LA SINAGOGA
UN
RICKSHAW Y UNA MUJER CON SU SARI, PRECIOSO, NO?
MUJERES
SEPARANDO EL GENGIBRE POR TAMAÑO EN EL MERCADO DE LAS ESPECIAS
Kochi
tiene varios barrios. Nosotros nos alojamos en Fort Kochi, que es la
zona colonial. No hay edificios de más de dos plantas, no hay mucho
tráfico y por las calles hay mogollón de cabras y palmeras. Es algo
así como un pueblo pero a lo grande. A esto se le suma que como
Kochi está a la orilla del mar, tiene un “paseo marítimo” muy
agradable. Y lo entrecomillo porque no se podría llamar así, es una
acera ancha con rocas y bastantes ratas como panes campando a sus
anchas, pero es fantástico pasearlo y por la tarde se llena de gente
que va a pasear y a tomar el fresco. Y por el día se llena de
pescadores vendiendo pescado que sacan con redes chinas, tu eliges el
que te gusta y en los mismos restaurantes de los alrededores te los
cocinan como tu quieras. Comer aquí no es caro, en un sitio local
puedes comer por 1-2 euros por persona y en un sitio más turístico
por 4 incluyendo bebidas. Claro que si comes pescados o en sitios más
lujosos puedes pagar 8-10 euros, hay sitios para todos los bolsillos.
Nosotros lo máximo que hemos pagado es 8 euros por comer los dos en
un sitio precioso para turistas una comida deliciosa: El Masala Fort,
pegado a Princess street, totalmente recomendable. Así que, de
momento, estamos en presupuesto.
LAS
REDES CHINAS CON LAS QUE CONTINUAMENTE SACAN PESCADOS
Y
LOS PESCADORES EN LA ORILLA VENDIENDO EL PESCADO QUE TE COCINAN EN
LOS MISMOS RESTAURANTES CERCANOS
OTRA
IGLESIA EN FORT KOCHI
Tres
días los dedicamos a pasear por Fort Kochi tranquilamente, ver todos
sus lugares de interés y perdernos por las calles menos turísticas
para ver los barrios más tranquilos. Dos días nos hemos alquilado
una moto. Al día cuesta 300 rupias, que son 4 euros y poco, así que
te puedes permitir alquilarla y no tener que andar bajo la solana.
Aunque moverte en rickshaw también es barato y es más auténtico.
Con la moto nos fuimos un día a la playa de Cherai. Tienes que
cruzar en ferry en 5 minutos hasta otra parte de la ciudad que se
llama Vypin (7 rupias-10 céntimos por los dos y la moto) y luego en
30 minutos (unos 15 kilómetros) tendrás una playa inmensa, llena de
palmeras y con agua templadita para ti solo. Nos bañamos durante
horas y comimos en un restaurante allí mismo, pero lo mejor fue el
camino de ida y vuelta. Es una carretera que atraviesa barrios con
mucha vida, niños saliendo de la escuela, vendedores ambulantes,
templos llamando a la oración, autobuses cargados de gente... La
verdad es que fue un día muy bonito.
ESPERANDO
PARA COGER EL FERRY
DENTRO
DEL FERRY NO CABE UN ALFILER, CON PERSONAS, MOTOS, COCHES Y RICKSHAWS
KOCHI
DESDE EL FERRY
UNA
IGLESIA EN EL CAMINO
NIÑOS
SALIENDO DE LA ESCUELA
LA
PLAYA DE CHERAI
Otro
día fuimos con la moto a Ernakulam, el centro económico de la
ciudad. Tienes que atravesar varios puentes para llegar allí, porque
esta ciudad son todo penínsulas unidas por puentes, pero en media
hora estarás en el centro. Lejos de lo que podáis imaginar, el
centro económico no son tiendas de Inditex, es un caos de mercados,
puestos por las calles, gente, tráfico... lo que uno espera
encontrar al llegar a la India. A mi me gustó bastante porque aquí
las calles son perfectas para observar. Observar cómo visten las
mujeres, con los tres tipos de saris, cada uno con su nombre que no
me sé, o los hombres, con sus pañuelos haciendo de faldas. Observar
las profesiones que en España casi que se han perdido: gente en la
acera trabajando de zapatero, vendiendo cuchillos, imperdibles,
haciendo zumos de frutas o vendiendo adornos de Navidad. Que aunque
con este calor y este exotismo oriental me parezca mentira, estamos
en Navidad. Además encontramos un supermercado de los grandes, de
esos que venden de todo, que tenía un departamento de ropa. Y claro,
el departamento de ropa de mujer vendía todo tipo de saris. Y que
gozada! Porque me metí en el probador y me probé unos cuantos, que
era algo que siempre había querido hacer, así que me lo pasé pipa.
EL
DEPARTAMENTO DE ROPA DE MUJER EN EL SUPERMERCADO
UNA
CALLE CENTRAL DE ERNAKULAM
También
hemos ido a un espectáculo de Kathakali. El Kathakali es el arte de
contar historias a través del lenguaje corporal. Algo un poco raro
para nosotros pero que aquí debe ser algo como el flamenco en
España. Y al igual que el flamenco, hay que entenderlo. Porque la
verdad es que visto desde fuera daba un poco hasta la risa esos
movimientos tan extraños. Vamos que salió el primer bailarín y
dijo que iba a bailar con los ojos, y el tipo se pasó 15 minutos en
postura de loto y moviendo los ojos al compás de la música en
directo. Pablo y yo llorábamos de la risa sin hacer ruido. Eso si,
el vestuario y la música eran preciosos. Y si vas una hora antes de
que empiece el espectáculo puedes ver a los bailarines maquillarse
en el escenario.
LOS
BAILARINES MAQUILLÁNDOSE ANTES DEL ESPECTÁCULO
LOS
BAILARINES EN PLENO TRANCE
No
puedo dejar de hacer mención a la comida de la India. En mi opinión,
es una comida absolutamente deliciosa con un dominio de las especias
único en el mundo. El problema es que normalmente pica tanto que es
imposible saborear nada. Pero aquí hemos podido pedir que nos
cocinen sin picante en casi todos los lugares en los que hemos
comido. Y de verdad que me resulta increíble poder saborear la
canela, el clavo, el cardamomo o el anís. Y es que cuando comes un
plato hindú puedes sentir cada especia que lleva. Es raro porque
nunca me había pasado poder saborear y distinguir cada especia en un
plato, pero tengo que decir que aquí estamos muy sorprendidos con
las delicias que estamos comiendo. Un 10 para la comida de Kerala.
Y
aunque estábamos dispuestos a quedarnos aquí mucho más tiempo,
hemos decidido seguir con nuestra ruta hacia el sur por el estado de
Kerala. Nuestro siguiente destino es una ciudad sólo a una hora y
media de Kochi, así que, de momento, seguimos con la vida fácil.
Besos a todos!
Hampi, una ciudad muy especial
Hemos
pasado varios días en Hampi, una ciudad a 5 horas en autobús de la
Fundación Vicente Ferrer con mucho turismo gracias a sus templos
únicos y a su maravilloso paisaje. Que interesante, no? Pues si,
pero también recibe tanto turismo gracias a que allí rula la droga
que es un gusto, por lo cual está llena de jóvenes (sobre todo
israelitas) que se pasan el día colocados a base de marihuana y
otras sustancias. Desde mi punto de vista es la parte negativa de
Hampi, pero los paisajes hacen que aún así, merezca la pena
visitarla.
LAVAN
LOS PLATOS EN LA PUERTA, PERO MIENTRAS QUE LAVAS Y NO ALGUNA VACA
PUEDE IR HACIENDO TU TRABAJO
La
ciudad está dividida en dos partes por un precioso río que hay que
cruzar en un barquito. El problema es que el último barquito cruza a
las 6 de la tarde y llegamos a Hampi a las 5. Nos habían recomendado
dormir al otro lado porque era más tranquilo, pero decidimos buscar
primero en la parte de los templos por si encontrábamos algo que
mereciera la pena. Y madre mía que desilusión, era todo carísimo y
Ayesha y yo, que fuimos a buscar mientras que Pablo y Rita se
quedaban a cargo de las maletas, vimos sitios con mierda de la que se
acumula a lo largo de años. No nos cuadró nada así que corrimos en
busca de estos dos y llegamos por los pelos a coger el último barco.
Vamos barco, una lanchita motora en la que meten a 50 guiris apiñados
como sardinas.
ESTE
ES EL RÍO DE HAMPI
HOMBRES
LAVÁNDOSE EN EL RÍO
En
el otro lado encontramos uno de urgencia, caro y sucísimo. Pero se
había hecho de noche y estaba todo lleno, así que decidimos
quedarnos en ese y seguir buscando a la mañana siguiente con luz.
Así que cenita y a la cama, pero os juro que pasamos un frío
aquella noche los cuatro que nos levantamos todavía tiritando. Por
suerte encontramos otro que estaba un poco mejor, no es que estuviera
limpio pero tenía un poco menos mierda que el otro, que ya era algo,
y al menos costaba bastante menos, el primero 14 euros y este 10, así
que al menos si duermo en mierda que me cueste barato, no? Pero el
sitio era agradable y con un restaurante muy molón: Gouthami Guest
House a 700 rupias. Eso si, el agua caliente te la traen en un cubito
aparte previo pago de unos 50 céntimos.
UNA
CALLE DE HAMPI
Ese
día cruzamos con el barco y nos fuimos a ver los templos. Bueno los
templos... el templo principal, porque somos muy perros y solo
paseamos y comimos, que ya sabéis que comer nos pierde.
EL
TEMPLO PRINCIPAL
Y
por la tarde fuimos a ver ponerse el sol a unas rocas desde la que se
pierde la vista entre campos de arroz. Todo el mundo va a esas rocas
a ver ponerse el sol, porque las vistas son realmente espectaculares
así que parece un lugar mágico. Aunque de silencio nada de nada,
algunos tocan el jembé y cientos de niños pasan gritando “chai
chai” vendiendo té.
PUESTA
DE SOL EN HAMPI
Pero
lo más bonito fue alquilar una moto e irnos a pasar todo el día
dando vueltas. El paisaje de esta zona es muy peculiar, porque está
lleno de campos de arroz y piedras inmensas en una unión que no
habíamos visto nunca.
EN
NUESTRA MOTO, POR 200 RUPIAS AL DÍA (NI 3 EUROS) PERO TAN VIEJA QUE
ME TENÍA QUE BAJAR EN LAS CUESTAS PORQUE NO TIRABA
Primero
fuimos a bañarnos al río. Si, lo se, hay que tener valor, en un
país en el que hay bichas como panes y en un río llenito de
carteles por todas partes en los que ponía “no bañarse, reserva
de cocodrilos”. El caso es que allí había un montón de guiris en
el agua y yo pensé en que entre tanta gente, la posibilidad de que
fuera yo la comida no era demasiada. Claro que luego vi a todas las
guiris con su tipito monísimo de la muerte y mis cachas y mi barriga
y asumí que mis posibilidades aumentaban al menos en un 10%.
EL
LAGO DE HAMPI
A
medio día visitamos un pueblito llamado Anegundi. Fuimos como de
casualidad para almorzar uno de los thalis más picantes que me haya
comida nunca, porque en realidad no hay nada especialmente turístico
allí salvo un templo enorme. Pero es un pueblo rural, de los que las
mujeres van literalmente con el cántaro a la fuente, lavan los
cacharros en la puerta de su casa en el suelo y la ropa en el río.
Las calles están llenas de vacas, pollos, cabras y perros y las
mujeres pasean preciosas con sus saris. Os dejo algunas fotos.
ESTO
ES LO MÁS TURÍSTICO QUE HABÍA PERO NO HABÍA EXPLICACIÓN DE QUÉ
ERA
Y
UN TEMPLO HINDÚ
EL
RÍO Y LAS MUJERES LAVANDO LA ROPA
De
vuelta a Hampi paramos en otro templo. No sabemos su nombre, sólo
que estaba escondido en una montaña. Más que un templo era un
ashram con muchos monjes, pero el que más me llamó la atención fue
este.
EL
TEMPLO
EL
MONJE O COMO SE LLAME ESTE TIPO DE GENTE QUE LO ABANDONA TODO
LAS
VISTAS DESDE LA CIMA DEL TEMPLO, VIMOS ATARDECER Y FUE UNA GOZADA
La
idea era ir al día siguiente a visitar los templos pero Ayesha
amaneció mala. Mala malísima de la muerte, había pasado toda la
noche de diarrea y vomitando y pasó todo el día con fiebre muy
alta. Decidimos no dejarla solita y nos quedamos todo el día
cuidándola, así que los templos los dejamos para el día siguiente.
Lo que no esperábamos es que al día siguiente fuéramos Pablo y yo
los que amaneciéramos con diarrea y vómitos y lo pasáramos en la
cama. Y peor aún, aquella noche teníamos un autobús nocturno de 12
horas sin baño a nuestro siguiente destino. Sobrevivimos? Claro que
si, porque somos todoterreno, pero os lo cuento en el siguiente post.
Besos a todos!
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