
Una
vez, hace unos años, recibí un PDF por correo. No estoy segura pero
creo que me lo envió la tita Mercedes. Era un PDF de fotografías de
la ciudad de Quebec en invierno, con todo nevado, y realmente me
pareció un cuento de hadas. En aquel momento pensé: tengo que ir a
ese sitio, algún día estaré allí. Y aquí estoy, cumpliendo otro
sueño de los muchos que cumplo casi cada día. Vaya suerte la mía.
Realmente pensábamos quedarnos en Nueva York 3 meses pero
encontramos un intercambio sólo para dos. Así que ese tercer mes
buscamos un plan alternativo y decidimos venirnos a Canadá. Desde
Boston, donde devolvimos el coche que habíamos alquilado para ir a
las cataratas, vinimos en un autobús que tardó 7 horas hasta
Montreal y luego 3 horas hasta Quebec. Desde hacía muchos meses
teníamos donde alojarnos. No habíamos encontrado un intercambio
simultáneo pero una pareja de nuestra edad se ofreció a que
estuviéramos en su casa con ellos y que otro año vendrían ellos a
Sevilla a quedarse con nosotros.
Nos escribimos muchos correos
durante meses y nos hicimos amigos. Pero una semana antes de llegar
nos escribieron contándonos un terrible problema de salud y que a
ella la tenían que operar de urgencia en esa semana, así que no nos
podríamos quedar con ellos. A una semana de llegar a la ciudad había
que solucionar el problema porque los alojamientos aquí son
carísimos, por lo que había que buscar una alternativa. Escribimos
un email contando nuestro problema y lo mandamos a TODAS las casas
que hacen intercambios en Quebec, y cuando digo todas no exagero,
casi 200. El problema es que con una semana de antelación poca gente
puede decidirse a hacer un intercambio de casas así que muchos de
ellos nos respondieron diciendo que no estaban disponibles. Pero
otros muchos nos escribieron diciéndonos que, aunque no podían
intercambiar, tenían habitaciones libres y podríamos alojarnos en
su casa. Gente sin habitaciones libres se ofreció a preguntar a sus
amigos e incluso una persona se ofreció a dejarnos su coche de forma
gratuita durante el tiempo que estuviéramos aquí para que
pudiéramos movernos por la ciudad. Estábamos los dos alucinando con
los canadienses, ya la primera vez que escribimos hace meses la
acogida fue similar, increíble, yo es que alucino con la gente, pura
bondad no?. Bueno pues uno de esos que no podían nos dijo que un
amigo suyo que vivía justo en el centro, a la entrada de la ciudad
amurallada, en una casa de dos plantas, tenía en la planta baja un
apartamento completo vacío y que le había preguntado y había dicho
que nos lo prestaba sin problemas. Para mi fue una sorpresa, primero
que este hombre se tomara la molestia de preguntar a su amigo, y
luego que su amigo aceptara sin conocernos de nada. Bueno pues el
caso es que después de tantos avatares llegamos a casa de André y
Ginette... y alucinamos. Tal y como nos habían dicho la casa estaba
en el mejor lugar de la ciudad, lo que para nosotros, que no tenemos
coche, era perfecto. Y el matrimonio era súper encantador. Nos
enseñaron la casa y nos invitaron a tomar algo en el jardín
trasero. Sacaron vino que habían comprado expresamente para nosotros
según nos dijeron, salmón ahumado, patés, aceitunas, cebollitas
confitadas... muchísima comida con la que nos estaban esperando para
recibirnos! Encima de todo!!!! Charlamos mucho rato y nos contaron
que él es abogado y que trabaja para el ministro de justicia, además
da clases en la universidad y escribe, junto a su esposa, que es
profesora de filosofía en un instituto y abogada, libros de texto de
filosofía para los colegios. Nos estuvieron hablando sobre política
y otras muchas cosas. Al rato llegaron su hijo y la novia, de nuestra
edad, ambos trabajando en asuntos de relaciones internacionales, y
una alemana de 22 años que acababa de llegar a la ciudad para
estudiar en la universidad de Quebec por este curso y había
alquilado una habitación en la casa de la novia. Así que los 7
estuvimos más de 4 horas sentados en el patio charlando de todo. Y
sin parar de comer, fue una bestialidad. Pero acabamos encantados,
una familia muy amable, que nos recibía de esa forma, es que no se
puede tener mas suerte!
EN
EL PATIO CENANDO CON LA FAMILIA