Cómo terminar una etapa y buscar nuevos sueños


Me despierto y se me abren las carnes de pensar en la hora de camino que me chupo cada día para ir a trabajar. Mientras espero el autobús en la carretera, entre pitidos infernales y polvo, pienso en las ganas que tengo de terminar mi trabajo en la fundación y tirarme en una playa. Si, lo reconozco, soy humana y débil y en esos momentos sólo puedo pensar en estar tumbada en una hamaca, pero quién diablos me trajo hasta aquí? Pues yo solita, que ya sabéis el trabajo que me costó conseguirlo. Una hora más tarde cruzo la puerta del campus principal y saludo al guarda de seguridad que cada mañana me dice "good morning madam" muy sonriente. Entonces me da el subidón, me vengo arriba totalmente y vuelvo a sentirme inmensamente feliz por estar aquí. En ese momento siempre pienso que no voy a ser capaz de irme, que voy a llorar infinitamente cuando tenga que salir por esa puerta con mi maleta. Y estos dos sentimientos tan contradictorios se repiten dentro de mi varias veces al día. Si, lo se, eso tiene pinta de bipolaridad, lo reconozco. Pablo me conoce bien y por eso siempre dice que vivo como en una montaña rusa de sensaciones. El caso es que cuando el final de un sueño cumplido se acerca, la sensación es agridulce. El cansancio te hace tener ganas de parar y se mezcla con las ganas de abrir nuevas puertas y buscar nuevos sueños, pero la ilusión de estar donde tanto tiempo quisiste estar te hace no querer irte nunca. Menuda contradicción, entonces que hago? lloro o me río? O ambas cosas? Aclárate Elena, aclárate.



Nuestra marcha, hoy por hoy, no tiene vuelta atrás. Eso no quiere decir que no volvamos,  cosa que yo deseo con todas mis fuerzas si surge una oportunidad en algún momento. Pero tenemos nuestros vuelos comprados y planes para los siguientes meses, así que toca dar un paso adelante y seguir nuestro camino. Ese camino viajero que hemos elegido y que nos hace vivir en una despedida permanente. Y no, a pesar de llevar 8 años despidiéndome de gente que se cruza con nosotros, no he conseguido acostumbrarme. 


Así que estas últimas semanas tengo muchos subidones-bajones. Porque cumplir un sueño no es fácil señores. Es algo así como cuando te pasas meses preparando un fiestón y cuando pasa la fiesta te preguntas qué va a ser ahora de tu vida sin tener que preparar nada. Como si no hubiera nada más! Pero el vacío está ahí. Y ahora con que sueño yo? Si antes de venir soñaba con esto! La suerte que tengo es que a soñadora no me gana nadie. Y ahora qué hay, que buscar un sueño? Pues yo voy a buscar dos, sólo por si acaso. Y los tengo. La verdad es que tenemos la cabeza llena de planes, cosas que nos gustaría hacer alguna vez, sitios en los que nos gustaría vivir y visitar. Y es que el mundo es muy grande y las posibilidades infinitas. Ay que no me da tiempo de todo!!! Me come la bulla.


Pero tampoco vamos a fantasear diciendo que estar aquí ha sido siempre maravilloso. Para mi, que según mi jefa Silvia tengo un "exceso de motivación", ha sido fácil sentirme feliz. Pero vivir en Anantapur, en medio de la nada, no es sencillo algunas veces. Ha habido días de estar harta de todo, de querer tirar la toalla. Especialmente ese tipo de día que a todos nos pasa, en que hay luna llena, te cabreas con el revisor del autobús que pretende timarte a diario, te cae por la ventanilla el vómito del que va sentado delante tuya en el bus y encima estas con la regla. Si señores, para hacer honor a la verdad tengo que decir que ha habido días duros. También tengo que decir que Pablo ha tenido más días de estos que yo, pero voy a perdonárselo porque el trabajo en el hospital es muy chungo, muy muy chungo. Para mi, el trabajo más duro de todos los españoles que estamos aquí. Así que, si el pobre tiene días de bajones se los vamos a perdonar y, siguiendo nuestra máxima de "un disgusto, un gusto", para contentarlo le doy una latita de mejillones de las que administramos con tanto celo y consigo engañarlo por un rato.


Pero tengo que decir que ni los días más duros han enturbiado mi felicidad ni mi sensación permanente de sentirme la persona más afortunada del planeta. Estoy donde tantas veces quise estar, y eso es de tener mucha suerte. Así que me he pasado todos estos meses dando gracias a la vida por haberme dado tanto. Puede parecer un poco exagerado y bueno, quizás lo es, porque el día que me cayó encima la pota deseé con todas mis fuerzas irme a mi casa en el primer vuelo directo Anantapur-Sevilla. Pero el resto de los días he conseguido más que nunca en mi vida ser consciente de mi fortuna, incluso con las pequeñas cosas. Incluso en el autobús, que ha sido mi gran condena todos estos meses. Pero hasta en esos momentos, miro por la ventana y siento la suerte infinita que tengo de poder estar aquí. Y me resulta llamativo este sentimiento tan fuerte en mi, que soy una persona que vivo una vida que es un regalo constante, y que siempre soy consciente y me siento agradecida por ello. Pues en esta experiencia, el sentimiento de agradecimiento y valoración se ha multiplicado por 100.


Y por qué os meto ahora todo este rollo? Pues porque el sueño está a punto de terminar y tengo una sensación rara en el cuerpo que me pone muy nostálgica. Por un lado la dulce sensación de haberlo conseguido y haberlo vivido. Y por otro la tristeza de pensar que se acabó, que ya lo cumplí, que ya no lo voy a soñar más porque se cumplió y se pasó. 


Y ahora que? Pues, como no podía ser de otra anera, a seguir con nuestros planes viajeros. Viajar, siempre viajar mientras que la salud y la economía lo permitan. El día 8 de abril cumpliré 40 años y Pablo el día 10. Como el mío cae en sábado, haremos una gran fiesta de cumpleaños y de despedida a la vez. Será la última fiesta en Anantapur, pero esperamos despedirnos a lo grande. Y el lunes 10, mientras mi pablito cumple sus 40 primaveras, un avión nos llevará hasta Bali, Indonesia, para hacer una segunda celebración en petit comité. Porque ese es nuestro siguiente paso, pasarnos un mes en Indonesia haciendo prácticamente nada más que descansar.  Mi pablito se merece muchos días de tumbona y yo se los voy a dar.

Me despido dando otra vez gracias a la vida. Por habernos permitido vivir esto, por haber puesto gente tan maravillosa en nuestro camino que jamás olvidaremos y por permitirnos llegar a los 40 sanos y juntos. Gracias a todos los que han pasado por aquí y han hecho que esta experiencia haya sido mucho mejor, indios y españoles, con algunos de los cuales sabemos que nunca perderemos el contacto. Y a la Fundación Vicente Ferrer por permitírnoslo. Nunca olvidaremos este año en Anantapur. Gracias.

EN NUESTRO AÑO EN ANANTAPUR HAN PASADO POR AQUÍ MUCHÍSIMOS VOLUNTARIOS. NOSOTROS HEMOS VISTO PASAR TRES GRANDES GRUPOS. ESPERO QUE NO FALTE NADIE, NUESTRO PEQUEÑO HOMENAJE PARA ELLOS:


La aventura de Pablo y Elena Web Developer

2 comentarios:

  1. Me encantan vuestros posts,no dejeis de hacerlo desde la isla de los dioses, vais al paraiso, yo he vuelto hace dos semanas enamorada de ella.
    Seguid siendo asi!!!!!!

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  2. Un sueño cumplido mas, que suerte!! Disfrutar del descanso tan merecido. Mil besos, guapos

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