La vida sigue...

Hoy hace casi un mes que recibimos la llamada telefónica con la terrible noticia y hoy, por fin, puedo volver a escribiros. Durante este mes han pasado muchas cosas, los primeros días fueron de hospital, de pruebas y más pruebas, y los 15 últimos han sido de espera, de incertidumbre, de un no vivir en vida. El día 8 de abril fue mi cumpleaños y el 10 el de Pablo. Ambos cumplimos 33 años. Muchas veces durante los últimos meses pensamos en cómo íbamos a celebrarlo. A un paso de nuestra casa en Melbourne había un parque de atracciones llamado Luna Park. Algunas noches, en las islas Fiji, antes de dormirnos con la luz ya apagada, le decía a Pablo que me recordara paso a paso cómo íbamos a celebrar el cumpleaños, y entonces él me repetía que me despertaría con un zumo de naranja natural, que desayunaríamos en la terraza y luego nos iríamos a montarnos en todos los cacharritos, y que hasta pescaríamos patos y comeríamos algodón de azúcar. Aquel día no estábamos en Melbourne, ni en el Luna Park, y la tristeza era tan infinita que casi no quise que nadie me recordara que era mi cumpleaños.


No hace falta que describa cómo nos hemos sentido estos días, hemos vivido algo tan terrible y hemos llorado tanto tanto que sobran las palabras. Pero ayer lunes era el temido y esperado día en el que llegarían los resultados de todas las pruebas y nos dirían si el linfoma estaba sólo en la piel o si se había extendido a otras partes del cuerpo. Nunca olvidaré las palabras de la doctora cuando, mis padres, Pablo y yo, nos sentamos temblando en la consulta: los resultados de todas las pruebas son “rigurosamente negativos”. A lo que yo pregunté: ¿y eso es bueno o es malo? Y la doctora respondió, con una sonrisa de oreja a oreja: eso es bueno, no tienes absolutamente nada en el resto del cuerpo, el linfoma estaba exclusivamente en la piel y no tienes nada en ninguna otra parte. Inmediatamente todos salimos llorando como locos y así nos pasamos las siguientes horas. Los dermatólogos dicen que en principio la lesión está quitada por completo y que, a partir de ahora, sólo revisiones periódicas para que me tengan controladita. Aún me queda una cita con el dermatólogo la semana que viene, pero no creemos que nos digan ya nada diferente, es sólo como última visita hasta dentro de tres meses. Cualquiera pensaría que estamos dando botes de felicidad, incluso emborrachándonos en la feria. Sin embargo no es así. Esto que hemos pasado es tan tan horrible que aún tenemos la inercia del mal cuerpo, estamos infinitamente felices, claro está, pero nos sentimos tan cansados, tan desgastados, que sólo queremos estar tranquilos, dormir y llorar lo que tenemos dentro para que salga todo y se pueda superar, aún sentimos que no lo hemos llorado todo, hasta la alegría hay que llorar.

Pero eso no puede apagar nuestra pasión por viajar, nuestras desesperadas ansias de conocer y vivir el mundo. Y por eso hace sólo unos minutos que nos hemos comprado los billetes de vuelta a Australia, para seguir nuestra aventura donde la dejamos, porque sentimos que nos lo debemos, y ya dijimos que eso no podía acabar así. Así que intentaremos que la historia acabe bien, que tenga un final feliz, por eso nos vamos de nuevo, para demostrar que pese a las dificultades se puede seguir adelante cumpliendo sueños. Ya no será igual, hemos perdido dos de los intercambios de casa y sólo hemos podido mantener el de Sidney, pero igualmente nos buscaremos la vida para dormir en cualquier Hostel, eso no será un inconveniente. Nos vamos el jueves que viene, el 29 de abril (un día después de que mi peque cumpla su mayoría de edad), a las 10:45 de la mañana.

Quiero daros las gracias a todos, absolutamente a todos, a los que habéis escrito comentarios y a los que no os habéis atrevido, a todos los que me escribieron por mail o me dedicaron unas palabras de apoyo por facebook. He leído todos y cada uno de los comentarios que habéis escrito, he flipado con todos los lectores anónimos que dicen habernos cogido cariño en este tiempo, y con los de antiguo que siempre están ahí, desde todas las partes de España y del mundo. He sabido que tenía a gente rezando, mandándome energía positiva, hasta hay quien le pidió a su abuela que nos encendiera unas velitas, quien nos ha dedicado un premio o un post y quien nos ofreció su casa para que nos fuéramos unos días a descansar y despejarnos. Cada día entraba en el blog para ver si alguien había escrito alguna palabra más de apoyo y me sentía más acompañada cada vez que leía algo nuevo. De verdad, gracias a todos, éste es el único medio que tengo para dirigirme a todos, los que están cerca y los que están al otro lado del mundo, a toda nuestra familia y amigos, a mi madre que nos ha mimado y alimentado durante todo este mes y ha sufrido más que nosotros mismos. Y especialmente a Pablo, porque estos días me ha entregado su vida, ha llorado conmigo y me ha apoyado cada segundo, me ha contado historias por las noches para que pudiera dormir y me ha drogado con tranxilium cuando no lo he conseguido, ha estado en los momentos en los que no tenía ganas ni de levantarme y en los que el optimismo me ponía hiperactiva. Gracias por ser la esencia de mi vida, lo que me ayuda a seguir viviendo, el motivo para luchar contra viento y marea, te amo. Y a todos vosotros sencillamente gracias, prometo aprovechar cada nueva oportunidad que me de la vida.

A partir de ahora, y si la nube de ceniza lo permite, la aventura continúa.