Limpiando váteres en Bali


Vuelta a hacer maletas y vuelta a limpiar "váteres" con lejía. Esta es la situación en la que nos vimos envueltos ayer... una vez más.

Todo empezó hace 4 meses, cuando llegamos a Bali y empezamos a buscar casa.

¿Os acordáis de que encontramos una casa muy grande con varios dormitorios para alquilar? Le pagamos al colega un año entero de alquiler por adelantado.

Pues después de dos días limpiándola como si el espíritu de mi abuela Alfonsa me hubiera poseído, decidimos decirle al tío que o arreglaba ciertos desperfectos o no la queríamos.

Y el colega prefirió devolvernos el dinero no sin quedarse con 330 euros de comisión por las molestias. Imagino que serían las molestias de tener dos personas limpiando su casa dos días completos.

El caso es que tuvimos unos días de bajón. No sabíamos aquel 25 de febrero, que en breve pensaríamos que era lo mejor que podía habernos pasado.

Seguimos buscando y encontramos una casita muy molona, con una piscina compartida con otras dos casas y vistas preciosas a los arrozales. Pagamos tres meses por adelantado y ahí hemos estado hasta ayer.

Ayer 27 nos cumplía el contrato y había que decidir si ampliarlo o cambiar de casa.

Y siendo como somos personas de culos inquietos, y estando como están los precios a la mitad por culpa del Coronavirus, decidimos probar suerte y buscarnos una casa con piscina propia. Que si la piscina es compartida no te puedes bañar en pelotas cuando te apetezca. Y eso en un sitio donde siempre es verano mola un montón.

Así que encontramos una casa inmensa a estrenar, con 3 dormitorios y 3 baños, y un salón-cocina al aire libre dando a la piscina, solo un poco más cara que la casa anterior: 554 € al mes con todo incluido: agua, luz e internet.

Pues en 24 horas estaban los tíos haciendo maletas, limpiando váteres y colocando cosas. Y ya estamos instalados.

casa en bali

Y una vez más el universo nos ha demostrado que todo pasa por algo. La casa primera se fastidió, y a ver qué sería de nosotros con una casa inmensa y carísima sin poder alquilar las habitaciones por culpa del coronavirus. Y es que en Bali no queda ni un guiri, solo gente que vive aquí por unos meses o años.

Y la suerte fue también alquilar la segunda casa por solo 3 meses. Otro punto de buena suerte.

Y haber encontrado esta casita para nosotros, super punto para el universo. De momento aquí nos quedamos. Y de momento, ya nos hemos dado el primer baño en pelotas.

¡Viva la isla de los Dioses!

Información sobre la playa de Atacames en Ecuador


Este año decidimos pasar la Navidad en la playa. Pedimos muchos consejos con respecto a cuál ir, pero a la hora de decidir optamos por la playa más cercana a Quito. Desde Lago Agrio, donde vivimos, tenemos 7 horas de autobús hasta Quito, y luego desde allí otras tantas a la playa. Como digo, Atacames es la playa más cercana y, aún así, tienes que hacerte otras 6-7 horas de bus. Como no queríamos hacer más de 14-15 horas en total, elegimos Atacames como destino de nuestras vacaciones. ¿Y qué información podemos daros al respecto de este destino playero?


                En primer lugar diremos cómo llegar desde Quito. En Quito hay dos terminales de autobuses principales: la de Quitumbe al sur, y la de Carcelén al norte. Desde ambas salen autobuses a la playa. En mi opinión, desde Carcelén se tarda una hora menos (6 horas en vez de 7) y hay muchas menos curvas en el camino. La ida la hicimos desde Quitumbe en un autobús de la empresa Continental que era una mierda. El camino fue malísimo y lleno de curvas. Paramos en Esmeraldas y de ahí fuimos a Atacames. La vuelta la hicimos en un bus especial de Transesmeraldas, con dos plantas y unos asientos alucinantes, no paró en Esmeraldas y tardamos 6 horas hasta Carcelén. El precio del viaje son 10 dólares por persona si vas en el cutrebus y 12 si vas en el de lujo, y ya os digo que merece la pena pagar los dos dólares más porque la diferencia es brutal.

                El autobús te deja en el centro del pueblo y, si tus maletas no pesan demasiado, no merece la pena coger un taxi hasta la playa. Puedes cruzar la calle, cruzar un puente peatonal y ya estás en segunda línea de playa. Ya sólo te queda buscar hotel. No te preocupes por reservar, ya que hay más habitaciones de hotel que personas en todo el Ecuador. En la playa de Atacames no hay prácticamente casas, solo hoteles, restaurantes y tiendas de suvenirs. Los precios de los hoteles varían. El más cañero está en primera línea, se llama “El marqués” y tiene muy buena pinta, pinta de hotelaco con su restaurante, su piscina y hamacas en toda regla. Ese cuesta 85 $ la noche la opción más básica que puedas imaginar. Pero como nosotros vamos siempre de tiesos, nos tocó visitar todos los hoteles de la primera línea para ver qué conseguíamos. Casi todos tienen piscina (suele estar en la azotea), y casi ninguno ofrece desayuno. Los había desde 20 $ la doble. Nosotros conseguimos una habitación simple pero limpia, mirando al mar y la piscina en una planta 6 en el hotel Orus. No es nada especial, pero está limpio y teníamos una mesa en la habitación donde desayunar. Por cierto, que siempre llevamos nuestros dos tazones y dos cucharas, el colacao y los crispis, y allí donde vamos compramos leche y ya están los niños desayunados. Que conste que fuimos en Navidad, igual los precios eran un poco más altos por ser temporada alta, pero creo que no.
Desde la azotea de nuestro hotel

                Sinceramente, la playa de Atacames no es nada del otro mundo. Está tan explotada que no hay palmeritas en la playa ni nada exótico. Delante de los hoteles de primera línea está la calle asfaltada y sobre la arena los chiringuitos, uno detrás de otro sin final. Sólo en uno de los dos extremos de la playa hay alguna palmera delante de una casa lujosa, pero la corriente del mar va en aquella dirección y se acumula toda la basura sobre la arena.

                ¿Dónde se puede comer? Pues en cualquier esquina. Hay restaurantes por todas partes y puedes encontrar menús de sopa, primero y jugo por 3,5 dólares. Los platos de pescado cuestan unos 6-7 dólares, y da igual que te lo comas en primera línea que en tercera, cobran lo mismo sorprendentemente. Si te vas al pueblo la cosa cambia. En la plaza principal del pueblo (tienes que preguntar para que te indiquen cuál es) hay un par de sitios nuevos y molones con comida muy barata. Nosotros cenamos casi todos los días enfrente de la estación de transesmeraldas, donde hay una pizzería de un chileno donde te puedes comer por 5 dólares una pizza mediana para dos personas, o por 3$ un sándwich cubano con pan francés para morirse. Los jugos son inmensos y cuestan 1,20 dólares. Ese fue nuestro sitio de cabecera para comer. Al lado hay también un chino muy barato, pero existiendo el chileno, ¿quién quiere arroz frito?


Si vienes a Atacames debes saber que hay música para bailar, mucha música y a un volumen de locos. A las 6 de la tarde ya están todos los chiringuitos convertidos en zona de baile, y hasta las 2 de la mañana sonarán tan fuerte que incluso desde la cama y con los tapones puestos no podrás dejar de oírla. Salvo si eres Pablo, que parecía que flotaba en una dimensión paralela y dormía como un auténtico bendito.
Y así como en la India veías a las mujeres con los sarees bañándose en la playa, aquí veíamos a las señoras de la sierra con sus faldas largas, su sombrerito y sus trenzas paseando tan ricamente por Atacames pero sin atreverse a acercarse siquiera al agua. Seguramente muchas de ellas no habían visto el mar en su vida! 

Y allí pasamos la Navidad, cenando una pizza en el chileno los dos solitos y a la cama, echando de menos a la familia pero disfrutando de las vacaciones y del mar. Hemos pasado el día paseando por la playa y descansando. Nos han venido de muerte las vacaciones y hemos recargado pilas!
Y de ahí saltamos a Quito para pasar el fin de año, pero eso os lo contamos en el próximo post. BESOS!!


Echamos de menos tener casa!

Ahora que estamos de vacaciones y volvemos a tener que buscar hospedaje, nos hemos acordado de lo maravilloso que es tener una casa que intercambiar. En todos estos años de viaje que llevamos a cuestas, hemos dormido en miles de sitios: hoteles, hostales, campings, autocaravanas, sofás de gente desconocida y maravillosa… Pero una de las mejores opciones para dormir mientras viajas es, sin duda, el intercambio de casas. Ya os lo hemos dicho muchas veces, pero es que el Intercambio de casas es una opción magnífica. Nosotros, que desde hace años somos miembros de la web www.intercambiocasas.com, no podemos estar más felices. Hemos hecho unos 12 intercambios en diferentes países, desde Australia hasta Polonia, Eslovenia, Argentina, Holanda, Estados Unidos, etc.

Algunas de las casas que hemos intercambiado

Y la verdad es que jamás hemos tenido ningún problema, ya que la gente que intercambia suele ser muy respetuosa y cuida tu hogar como si fuera el suyo. Y qué decir del dinero que ahorras, ya que una gran parte del presupuesto de un viaje se va en el alojamiento. Y si para colmo desayunas en la casa aún ahorras más. Incluso hay veces que hemos intercambiado el coche con la familia que intercambia, pudiendo así recorrer el país de una forma muy cómoda. Y aunque puede parecer un poco cara la inscripción, en cuanto haces un intercambio ya te sale a cuenta. Los amigos a los que se lo hemos recomendado y lo han hecho han quedado encantados, nos han dado millones de gracias por el consejo y ahora son fieles intercambiadores de casas! Nosotros lo echamos de menos, ya que nuestra casa de Sevilla está alquilada ahora mismo, y no creemos que nadie tenga interés por cambiar una casa en Lago Agrio por una en el central park de Nueva York, jeje. Pero en cuanto podamos lo volveremos a hacer sin lugar a dudas. Bueno, y ya que estamos, si alguien que nos lee quiere intercambiar su casa con la nuestra en Lago Agrio, ya sabe dónde contactarnos! Un beso a todos, feliz Navidad y que tengáis un 2018 lleno de salud y viajes.

Adaptándonos a nuestra nueva vida en Lago Agrio, Ecuador


Mudarse a vivir a un sitio nuevo nunca es fácil. Podéis pensar que ya estamos acostumbrados, que lo hemos hecho muchas veces, que ésta ya es nuestra zona de confort… pues nada, error por vuestra parte. La realidad nunca es tan bonita como la pintan, y lo cierto es que los comienzos nunca fueron fáciles. En este caso se nos unía otra dificultad: por primera vez no nos ofrecían el alojamiento. Pero somos chicos de recursos, ¿acaso alguien pensó que no íbamos a ser capaces de solventar ese trámite? Pues Pablo. Eso era lo que más le agobiaba de la llegada.

                Ciertamente, la llegada fue un poco... incómoda (por decirlo de alguna forma). En el avión tuvimos la suerte de venir cada uno acostado en una fila de 4 (tenemos un truco para esto que no vamos a desvelar, pero lo cierto es que muchas veces podemos tumbarnos). Aun así, llegamos a Quito malos como perros tras más de 30 horas de viaje. Llegamos de mañana, y conseguimos aguantar todo el día pareciendo personas decentes. Pero por la noche, en cuanto me metí en la cama, se desató la bestia: el corazón me latía a 200 por hora y no paraba de ir al baño para largar igualmente por arriba que por abajo. Muy agradable, verdad? Y qué me pasaba? Pues que me dio el mal de altura. Eso pasa cuando llegas a un sitio de mucha altura viniendo del nivel del mar. Quito está a 2850 m y se ve que me afectó al cuerpo. No era la primera vez que me pasaba. Cuando cruzamos de Chile a Bolivia, en uno de los tours mas bonitos que hayamos hecho nunca, dormimos una noche a 5000 metros. Aquella noche creía que me moría, mi principal preocupación era que cuando Pablo se despertara por la mañana me encontraría cadáver y a ver cómo se las apañaba para repatriar mi cadáver. Me había dado mal de altura y estaba medianamente justificado por los 5000 m. Esta vez estábamos a 2850, pero se ve que mi cuerpo es un poco delicadito y sólo quiere playa. ¿Veis como tengo razón cuando digo que sólo quiero vivir en chanclas? Es cuestión de supervivencia. Amanecí igual de mala que dormí, pero nuestros amigos habían subido desde Lago Agrio sólo para bajarnos en coche. En coche? 6 horas metida en un coche? Pero si yo sólo quiero morirme!!! Pues si, 6 horitas metida en un coche me pasé, con los ojos cerrados y rezando a todos los dioses por llegar lo antes posible. Lo cierto es que, a medida que fuimos bajando de altitud, me fui encontrando mucho mejor.
QUITO ES UNA CIUDAD COLONIAL PRECIOSA. ESTA ES LA IGLESIA DE SANTO DOMINGO

                Y llegamos a Lago Agrio, nuestro hogar para el próximo año. Como no teníamos casa, nos llevaron a casa de Andrea, una colombiana que vive en una casa de 5 dormitorios a la que le interesaba alquilar las habitaciones. Y allí que nos quedamos, en una habitación con una ventana dando a un trastero (los que me conocen saben que soy una loquita de la luz). Allí pasamos una semana, hasta que un italiano que vivía en la casa se marchó y pudimos mudarnos a su habitación con grandes ventanales. Pero fueron días de crisis, de meternos en la cama, mirarnos a los ojos y preguntarnos: ¿qué mierda hacemos aquí? Pero que no cunda el pánico, esa fase es normal. La fase llamada “qué mierda hacemos aquí” siempre la sufrimos y siempre, a los pocos días, se acaba pasando. Efectivamente, a los pocos días empezamos a sentirnos mejor. De todas formas, el estar en una casa compartida nos afectaba también. Andrea es un encanto de niña, súper amable, no tiene nada que ver con ella. Es sólo que necesitamos nuestro espacio, que hemos convivido muchas veces en otras ONG y que siempre se nos hace cuesta arriba. Y que tenemos 40 tacos y muchos viviendo los dos solos, y compartir ya no está en nuestros planes. Así que desde pronto nos pusimos a buscar piso y no tardamos mucho en encontrarlo. Vimos uno pequeñito que nos pareció perfecto para nosotros y decidimos quedárnoslo. El problema es que aquí los apartamentos se alquilan vacíos, totalmente vacíos. La suerte es que Andrea se marcha a España en diciembre y andaba buscando alguien que le comprara todos los muebles. Unión perfecta, ella se quitaba un problema de encima y nosotros ganábamos una cama y una cocina. Así que el día 1 de octubre nos mudamos a nuestro piso, que aunque pequeñito nos ha quedado genial.
ESTE ES EL EDIFICIO POR FUERA, Y ESA VENTANA ABIERTA EN LA ESQUINA ES NUESTRO DORMITORIO

EL SALON-COCINA-COMEDOR

EL DORMITORIO

              Luego empezamos con el trabajo en el centro. El ISTEC es un instituto superior tecnológico en proceso de convertirse en universidad. Dan clases de 3 carreras diferentes a personas trabajadoras que sólo pueden asistir a clase los fines de semana, por eso trabajamos de miércoles a domingo: miércoles y jueves para preparar y corregir, y de viernes a domingo damos las clases. Hay mucha gente sin recursos que está becada: refugiados colombianos becados por ACNUR, indígenas becados por otra institución y gente sin recursos becados por el Istec. Y aunque hay de todo, a la mayoría le supone un esfuerzo enorme estar aquí y tienen un enorme interés por aprender y aprobar. El centro es precioso. Está a 12 km de Lago, todo rodeado de vegetación y con las paredes pintadas con murales. El sitio es una maravilla y, por suerte, los compañeros de trabajo son geniales. Entramos a las 8 y paramos a las 12 para comer. Comemos todos juntos en una cantina en la que cocinan de miedo. Eso sí, arroz cada día, que eso no puede faltar en cualquier plato que se precie. Para ellos, comer sin arroz es como para nosotros comer sin pan: un sinsentido. De 1 a 5 volvemos al curro y a las 5 a casita. Como el centro está muy lejos, siempre tenemos que estar buscando a algún alma caritativa que vaya en coche para que nos lleve hasta la ciudad. El bus te deja en el km 12 de la carretera y la finca está 2 km adentro. Y aquí llueve mucho.
EL CENTRO DESDE LA ENTRADA
LOS EDIFICIOS PRINCIPALES
LA ENTRADA
ESTA ES LA SALA DE PROFESORES. AQUÍ ME SIENTO YO, CON MI PABLITO A LA IZQUIERDA, QUE MAS PUEDO PEDIR?
LA CANTINA
LOS TERRENOS DEL CENTRO SON INMENSOS Y HAY HUERTOS EN LOS QUE CULTIVAN VERDURAS ECOLÓGICAS QUE PODEMOS COMPRAR
UNO DE LOS MURALES EN UNA DE LAS PAREDES DEL CENTRO

                De momento somos profesores novatos y no nos da la vida para preparar clases y corregir. Los fines de semana (para nosotros lunes y martes) también nos los pasamos trabajando desde casa para adelantar tarea. Las clases son de 2 horas y a mi se me hace duro mantener durante dos horas la atención de 40 personas. Pero me gusta. Me encanta que me llamen Licen, de Licenciada, que se rían con las tonterías que digo o que me escuchen atentamente. Me siento un poco como un artista sobre el escenario, tienes que darlo todo para mantener su atención. De momento yo, que no soy de sudar, sudo como un pollo en el aula. Eso si, el esfuerzo tiene su recompensa y el otro día me dijeron que les encantan mis clases.
EN EL AULA DANDO CLASE, PILLADA POR PABLO A TRAVÉS DE UNA VENTANA

                Así que, poco a poco, nos vamos adaptando a nuestro nuevo horario, nuestro nuevo trabajo, la nueva ciudad. Adaptarse, adaptarse, adaptarse. La vida es una continua adaptación a las circunstancias. A nosotros ese reto nos gusta. Por eso estamos aquí, y aquí seguiremos durante el próximo año, aunque nos coman los mosquitos.

Un nuevo tren da un giro inesperado a nuestros planes

Muchas veces en la vida te pasa un tren por delante. Aparece en forma de oportunidad inesperada y debes decidir si te montas o lo dejas pasar. A nosotros nos ha pasado varias veces en la vida y, por suerte, siempre hemos decidido subirnos. En todas las ocasiones la apuesta salió bien. Y no sale bien siempre porque sea un triunfo. A veces sale bien porque, aunque salga mal, siempre implica un aprendizaje y la valentía de haberte subido. Porque subirte a trenes inesperados tambien da miedo. A veces, mucho miedo. Pero hay que ser valiente e intentarlo, y sólo con eso ya habrá merecido la pena.


Yo soy una persona muy cobarde. Lejos de lo que pueda parecer, los cambios me dan mucho miedo. La paradoja es que he elegido vivir una vida de puro cambio, quizás por el reto que me supone conmigo misma. Cada año es diferente para nosotros, completamente diferente al anterior, con gente nueva, en un país diferente o en muchos, y cada año, antes de empezar una nueva aventura, el miedo se apodera de mi.

Ir a trabajar a la India, con la Fundación Vicente Ferrer, fue mi sueño durante muchos años. Pero a pesar de la cantidad de veces que había deseado estar allí, los días antes de viajar me los pasé aterrada sin poder dormir. Y ahora puedo decir que este año en la India ha sido uno de los mejores de mi vida. Tanto que irme de allí fue duro, me costó mucho cerrar esa puerta. Pero, evidentemente, uno no puede ser un eterno voluntario, así que tocaba decir adiós y buscar una nueva oportunidad.
Y la nueva oportunidad ha venido de donde nunca la hubiéramos esperado. En el momento perfecto, en un lugar al que nos apetece bastante volver... Y es que sólo una semana después de haber llegado a España, un amigo nos mandó un email pidiéndonos hacer un skype para proponernos una cosa. Casi un mes hemos tardado en poder tener esa conversación, pero en cuanto hablamos y nos contó el proyecto, supimos que estábamos dentro.

En 1999 hicimos el primer voluntariado de nuestras vidas en Ecuador. Para nosotros fue una experiencia muy especial porque fue la primera y fue muy bonita. Allí conocimos a Pablo y Enrique, dos chicos españoles que, por azares de la vida, se quedaron a vivir allí. Y son estos chicos los que ahora nos proponen volver. Ellos han montado en Lago Agrio, una ciudad al oriente del país, en la Amazonía ecuatoriana y en la frontera con Colombia, un Instituto Técnico Superior en el que se imparten varias carreras para gente sin recursos o trabajadores con dificultades para acceder a estos estudios por falta de tiempo. Han decidido confiar en nosotros y nos proponen, a Pablo montar la carrera de enfermería, y a mi impartir asignaturas de humanidades. El proyecto nos parece muy bonito, un nuevo reto para nosotros y, lo que es más importante, cuentan con los dos. Y encima en Ecuador, en el mismo lugar al que fuimos hace 20 años. Evidentemente no podíamos decir que no.

Cuando acabamos de hacer el skype supimos que otro tren había parado en nuestro anden y, como no podía ser de otra manera, sabíamos que teníamos que subirnos. Y aquí estamos, con los billetes comprados y un compromiso mínimo de un año. El próximo 19 de septiembre volaremos a Ecuador para comenzar una nueva etapa que esperamos con mucha ilusión y con menos miedo que otras veces. No se si porque el sitio me es conocido, porque se que hay gente que nos espera con cariño o porque me motiva mucho el reto. El caso es que estamos muy contentos de que la vida nos haya puesto esta oportunidad por delante. Y esperamos hacerlo bien y no defraudar a la gente que está confiando en nosotros. Pablo y yo, por si acaso, ya estamos estudiando! Os tendremos al día de los avances. Gracias por estar ahí!


Que ver en Dubai

Una ciudad lujosa, extravagante, desmesurada, limpia y ordenada. En Dubai todo es "lo más": lo más grande, lo más lujoso, lo más alto, lo más caro... Esta ciudad sólo puede ser fruto de la locura de un pirado al que le sobra la pasta y se le ha ido la cabeza, no cabe otra explicación. Y una curiosidad: he visto a más mujeres con burka en Anantapur que aquí.


Que ver en Katmandu y alrededores

Katmandú es uno de esos sitios que siempre hemos querido ver, pero que después del terremoto sabíamos que iba a estar muy deteriorado. Y la verdad es que está todo hecho polvo, pero poco a poco va resurgiendo de sus cenizas. Aún así, Katmandú nos ha encantado porque ofrece rincones preciosos con mucha historia.


Cómo hacer un treking en Nepal y no morir en el intento. La ruta del Poon Hill en los Annapurnas.


Nepal era otro de esos regalitos que nos quedaban por abrir. Teníamos muchas ganas pero, por distintos motivos, nunca había sido el momento de venir. En esta ocasión se han alineado las estrellas y aquí estamos, con agujetas hasta en las pestañas. ¿Por qué? Pues porque venir a Nepal y no hacer un trekking es casi un pecado. Así que nosotros, que no queremos pecar, decidimos que teníamos que hacer uno. Da igual que seamos unos pencos y no hagamos deporte ni por prescripción médica, o que no hayamos ido a la sierra más que para coger castañas o charlar con amigos.

Qué ver y hacer en Bali


Acabamos de pasar 21 días en Bali, y a pesar de que 21 días son suficientes para que algo se convierta en hábito, hemos hecho bien poco, ¿por qué? Pues porque somos mu perros y estábamos muy cansados de nuestro trabajo en la fundación Vicente Ferrer. Como ya habíamos estado en Indonesia no teníamos mucha más intención que ir a ver los dragones de Komodo. Ya os dijimos que los primeros 15 días estuvimos cuidando una casa de lujo a través de housesitting (mindmyhouse.com). Durante ese tiempo no hicimos grandes cosas, la casa estaba en la playa de Sanur, que nos ha sorprendido bastante para bien. La playa de Sanur está al este de Denpasar; pensamos que sería una playa sin mucho para hacer, pero sorprendentemente está llena de hoteles, restaurantes, tiendas de souvenir y, lo mejor, tiene un paseo marítimo de 6 km, la mitad pasa por una playa para indonesios que se llenan de gente los domingos y la otra mitad del paseo va por la zona de guiris. Como a nosotros nos encanta andar nos hemos pegado grandes caminatas por la orilla del mar que tanto habíamos echado de menos estando en Anantapur.  Al principio  usábamos el coche y el chófer de la casa, pero luego nos vino un poco grande a nosotros, acostumbrados a ir de tiesos por la vida, así que decidimos alquilarnos una moto para poder movernos por libre.  Con nuestra moto íbamos a la playa  y varias veces nos fuimos a Ubud a pasar el día.  






Ubud es una ciudad maravillosa que ha crecido mucho desde la última vez que estuvimos. Volvimos a visitar los templos y los palacios que son verdaderamente preciosos y comimos en algún sitio bonito, aunque no hace falta recomendar ninguno porque Ubud está lleno de sitios en los que puedes comer lo que quieras, comida Indonesia o comida occidental. 
En la isla hay terrazas de arroz por todas partes, las más típicas y famosas están al norte de Ubud, pero se han convertido en algo completamente turístico.  Antes solo podías verlas desde lejos, pero ahora permiten que los guiris se adentren en ellas y es imposible hasta hacer una foto, ha perdido todo el encanto. A nosotros nos parecieron mucho más bonitas las terrazas de arroz que están justo dentro de Ubud. Pasando el templo principal hay una calle con el suelo de cemento lleno de firmas de gente. Es una cuesta que sube muy empinada, es mejor ir con moto porque estaba un poco lejos y es todo cuesta arriba. La moto la alquilamos por 50.000 rupias al día, que son como unos 3'5 €. Aquí podéis ver fotos de los dos arrozales.



 Arrozales en Ubud


Arrozales al norte de Ubud

Otro día nos alquilamos un coche por 150.000 rupias, unos 10 €, para ir a ver las cosas que están más alejadas, como el volcán y el lago Batur que vimos desde un mirador, o el templo Gunung Kawi, que está excavado en la roca en medio de pura vegetación y resulta impresionante. También visitamos el templo Pura Ulun Danu Batur, en el que se celebraba una ceremonia y todo el mundo iba vestido con los trajes tradicionales y cargados de ofrendas. Este último templo nos impresionó mucho, si vais a Bali no dejéis de verlo, y tampoco podéis perderos el templo madre (Pura Besakih), esta vez no hemos ido a visitarlo pero es una absoluta maravilla. Eso sí, prepárate a pagar una entrada de 60000 rupias (4€) si visitas este último, que aunque no es mucho da un poco de coraje porque antes costaba mucho menos. Y no olvides llevarte un pañuelo para cubrirte las piernas tanto si eres hombre como si eres mujer, a modo de falda, ya que aunque lleves pantalón largo no está bien visto entrar en los templos sin el Sarong. Pero no importa si se te olvida, ya que a la entrada de cada templo hay miles de señoras que te los venden o alquilan baratos.



 Templos en Ubud



 Templo de Gunung Kawi

 Nuestro cochecito a 10€ el día



El templo que más nos gustó, el Pura Ulun Danu Batur


Después de 15 días volvían​ los dueños de la casa y nos tocaba dejar nuestro pequeño paraíso. Decidimos comprar un vuelo con lo que habíamos ahorrado en esos días sin tener que pagar hotel y volar hasta Flores, la isla desde la que salen las excursiones para ver los dragones de Komodo, Pero eso ya lo hemos contado en otro post. A nuestra vuelta de Flores nos hemos venido a un hotel en Kuta para pasar nuestros últimos 6 días en la isla. En Kuta puedes encontrar hoteles de muy buena calidad a muy buen precio. Nosotros hemos estado en un hotel magnífico en un buen sitio por 18 € la noche con un piscinón maravilloso, pero en este mismo hotel hay habitaciones por 11 € que merece muchísimo la pena, con baño incluido, el único problema es que no tienen lavabo pero tienen váter y ducha. Por 11 € la mejor relación calidad precio que hayamos visto nunca y si no, mirad las fotos. El hotel es el Matahari bungalows, y está en la calle Legian, pleno centro de la movida Balinesa pero sin que se oigan los ruidos de los bares cercanos, ya que tiene un inmenso jardín y no se oye una mosca al dormir. 


 Nuestra habitación de 18€




La habitación de 11€


Kuta nos ha sorprendido a lo bestia. Cuando estuvimos aquí hace 8 años el pueblo eran literalmente dos calles. Ahora es una ciudad inmensa que se ha unido a la playa que está más al norte llamada Seminyak en un sinfín de restaurantes, hoteles y tiendas de souvenirs. Hemos estado en muchas de las playas más turísticas del mundo como Playa del Carmen o Koh Samui, pero os aseguro que nunca hemos visto nada tan bestia como esto, absolutamente pasado de rosca, increíble. No sé si es el típico sitio que debes odiar, pero es el paraíso de la fiesta y lo barato. De cualquier forma a nosotros nos mola, porque después de la vida completamente de ermitaño que hemos vivido estando en Anantapur, nos apetecía guireo del duro y tener mil opciones para comer comida que no fuera hindú. Hemos pasado las mañanas metidos en la piscina y las tardes paseando por una inmensa playa de muchos kilómetros viendo los atardeceres preciosos. Y aunque yo he estado un par de días malita de la barriga, nos ha servido bastante para desconectar y relajarnos y así poder seguir el ritmo de la aventura.



Y nada más, ahora toca despegar para cambiar de tercio completamente, de la playa nos vamos a la montaña, concretamente a Nepal donde nos encontraremos con nuestra querida amiga Arancha y donde seguro que lo pasaremos genial y fliparemos con la cultura tibetana como ya nos pasó en Sichuan. Un beso!