Un nuevo tren da un giro inesperado a nuestros planes


Muchas veces en la vida te pasa un tren por delante. Aparece en forma de oportunidad inesperada y debes decidir si te montas o lo dejas pasar. A nosotros nos ha pasado varias veces en la vida y, por suerte, siempre hemos decidido subirnos. En todas las ocasiones la apuesta salió bien. Y no sale bien siempre porque sea un triunfo. A veces sale bien porque, aunque salga mal, siempre implica un aprendizaje y la valentía de haberte subido. Porque subirte a trenes inesperados tambien da miedo. A veces, mucho miedo. Pero hay que ser valiente e intentarlo, y sólo con eso ya habrá merecido la pena.


Yo soy una persona muy cobarde. Lejos de lo que pueda parecer, los cambios me dan mucho miedo. La paradoja es que he elegido vivir una vida de puro cambio, quizás por el reto que me supone conmigo misma. Cada año es diferente para nosotros, completamente diferente al anterior, con gente nueva, en un país diferente o en muchos, y cada año, antes de empezar una nueva aventura, el miedo se apodera de mi.

Ir a trabajar a la India, con la Fundación Vicente Ferrer, fue mi sueño durante muchos años. Pero a pesar de la cantidad de veces que había deseado estar allí, los días antes de viajar me los pasé aterrada sin poder dormir. Y ahora puedo decir que este año en la India ha sido uno de los mejores de mi vida. Tanto que irme de allí fue duro, me costó mucho cerrar esa puerta. Pero, evidentemente, uno no puede ser un eterno voluntario, así que tocaba decir adiós y buscar una nueva oportunidad.
Y la nueva oportunidad ha venido de donde nunca la hubiéramos esperado. En el momento perfecto, en un lugar al que nos apetece bastante volver... Y es que sólo una semana después de haber llegado a España, un amigo nos mandó un email pidiéndonos hacer un skype para proponernos una cosa. Casi un mes hemos tardado en poder tener esa conversación, pero en cuanto hablamos y nos contó el proyecto, supimos que estábamos dentro.

En 1999 hicimos el primer voluntariado de nuestras vidas en Ecuador. Para nosotros fue una experiencia muy especial porque fue la primera y fue muy bonita. Allí conocimos a Pablo y Enrique, dos chicos españoles que, por azares de la vida, se quedaron a vivir allí. Y son estos chicos los que ahora nos proponen volver. Ellos han montado en Lago Agrio, una ciudad al oriente del país, en la Amazonía ecuatoriana y en la frontera con Colombia, un Instituto Técnico Superior en el que se imparten varias carreras para gente sin recursos o trabajadores con dificultades para acceder a estos estudios por falta de tiempo. Han decidido confiar en nosotros y nos proponen, a Pablo montar la carrera de enfermería, y a mi impartir asignaturas de humanidades. El proyecto nos parece muy bonito, un nuevo reto para nosotros y, lo que es más importante, cuentan con los dos. Y encima en Ecuador, en el mismo lugar al que fuimos hace 20 años. Evidentemente no podíamos decir que no.

Cuando acabamos de hacer el skype supimos que otro tren había parado en nuestro anden y, como no podía ser de otra manera, sabíamos que teníamos que subirnos. Y aquí estamos, con los billetes comprados y un compromiso mínimo de un año. El próximo 19 de septiembre volaremos a Ecuador para comenzar una nueva etapa que esperamos con mucha ilusión y con menos miedo que otras veces. No se si porque el sitio me es conocido, porque se que hay gente que nos espera con cariño o porque me motiva mucho el reto. El caso es que estamos muy contentos de que la vida nos haya puesto esta oportunidad por delante. Y esperamos hacerlo bien y no defraudar a la gente que está confiando en nosotros. Pablo y yo, por si acaso, ya estamos estudiando! Os tendremos al día de los avances. Gracias por estar ahí!


La aventura de Pablo y Elena Web Developer