Manila y nadar con tiburones ballena



Estar en Filipinas ya es una buena noticia, pero si encima nuestra familia ha venido a visitarnos es fantástico. Y si nuestra familia ha venido cargadita de jamón y caña de lomo ya es para que se te pongan los pelos de punta y no duermas de la felicidad en tres días.




Los pelos de punta se nos pusieron ya sólo al llegar a Manila. Con lo agradable que es llegar a una ciudad nueva e inmensa a la 1 de la madrugada, que ya de por si es deprimente. Cogimos un taxi para que nos llevara al hotel que habíamos reservado, el Wanderers Guest House, y por 4 euros (200 pesos) estábamos allí en menos de media hora. Y cuando llegamos y el chico nos llevó a la habitación casi me caigo de espaldas, os lo juro. Nuevo record de la habitación más cutre del siglo. De todas las habitaciones de todos estos años viajando con bajo presupuesto, esta sin duda ha sido la peor. Una habitación del ancho de la cama, con una ventana dando a un pasillo oscuro y una mancha de humedad en el techo que empeoraba la situación. Miré al chico con cara de: no hay palabras que puedan describir lo que están viendo mis ojos. Y el chico se sonrió y contestó a mi mirada: quizás mañana le podemos cambiar a una habitación mejor. A lo que Pablo contestó: ni mañana ni mañano, ahora mismo me devuelves el dinero de la habitación que a las 8 de la mañana estoy buscándome otro hotel. Y así lo hicimos, nos devolvieron los 17 euros que habíamos pagado por la noche y nos fuimos al Red Planet hotel, que aunque algo más caro era fantástico. Aunque tengo que decir que el barrio es algo malo, no por peligroso pero por pobre, puedes ver mucha miseria por las calles.


Dos días después nos mudamos a un apartamento que habíamos alquilado para los 5 y llegó la familia. Mi madre y dos amigos que son como mis tíos. Ay que contenta!! después de 7 meses sin verlos fue maravilloso que aparecieran por la puerta de llegadas del aeropuerto. A compartir unas semanas juntitos, vaya pasada! Estamos felices de verdad. El apartamento estaba genial, en una zona lujosa de la ciudad, junto al centro comercial más grande de Asia, el Mall of Asia, y en un edificio bastante nuevo y agradable.


El día siguiente lo dedicamos a visitar el centro de la ciudad. Porque las afueras del centro no tienen nada de especial y el tráfico es insufrible, pero dentro de Intramuros, el centro amurallado, parece que estés en una ciudad de Sudamérica, con su catedral y sus casas coloniales. Por cierto que después de 7 meses en modo budista, llegar a un país católico lleno de iglesias ha sido un shock, y más aún encontrarlo todo decorado de Navidad. Pero si vamos en tirantas y hace 35 grados! No pega nada, se nos había olvidado que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Pero disfrutamos del centro y de la comida filipina, que no se parece mucho al resto de la de Asia y puede parecerse más a la nuestra: que respiro!!

LA ENTRADA A INTRAMUROS

CASAS COLONIALES EN EL CENTRO DE LA CIUDAD
LA CATEDRAL DE MANILA
LOS FAMOSOS JEEPNEY, EL TRANSPORTE LOCAL MAS USADO POR LOS FILIPINOS
ESTE UNIFORME ME ENCANTA, ME RECUERDA UN DISFRAZ DE “LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS”
EL FOSO DE LA ANTIGUA CIUDAD AMURALLADA LO HAN CONVERTIDO EN UN CAMPO DE GOLF Y HAY SEÑALES DE PELIGRO, PUEDE CAERTE UNA PELOTA DE GOLF EN LA CABEZA!

Un par de días después nos montamos en un avión para volar a Cebú, nuestro siguiente destino en este país. No queríamos quedarnos en la ciudad de Cebú, así que nos cogimos un taxi a la estación de autobuses del sur. Y como en este país el tráfico es insufrible, tardamos una hora en llegar. El autobús hacia Oslob era bastante cutre porque en cada fila de asientos iban 5 personas, así que tuvimos que ir bastante apretados. Pero en 3 horas estábamos en nuestro hotel con piscina, el Light House Resort, a 30 euros la noche (ya veis que nuestro presupuesto para dormir ha aumentado al doble, pero yendo con la familia no podemos quedarnos en sitios cutres, así que a subir el presupuesto y a disfrutar).

CENA DE LUJO EN EL HOTEL, COMIDITA FILIPINA!

Habíamos venido hasta Oslob para nadar con los tiburones ballena. Nos habíamos quedado con las ganas de hacerlo en México, pero allí costaba más de 100 euros y lo dejamos pasar. Luego nos arrepentimos muchas veces, porque pensamos que sería una experiencia increíble. Así que estábamos decididos a hacerlo aquí, donde la excursión para verlos costaba 1000 pesos, 20 euros. Nos habían dicho que era mejor ir bien tempranito, a eso de las 6 de la mañana, para que no hubiera tanta gente. Como somos muy perros, nos levantamos más tarde y no llegamos allí hasta las 9. Pero la verdad es que no importó mucho porque no había demasiada gente. Claro que no estábamos solos, pero no había demasiada gente. Nos dieron una pequeña charla sobre lo que no puedes hacer cuando estés con los tiburones ballena, alquilamos una cámara subacuática por 550 pesos (11 euros) y nos subimos en el barco. No tienes que ir demasiado lejos porque las ballenas están cerca de la orilla. Y porque están allí? Porque los alimentan. Sabemos que eso está muy mal, que son animales migratorios y que ahora no se marchan porque allí tienen comida fácil. Todo eso lo sabíamos, lo habíamos leído en internet, no vamos a ser hipócritas y a decir que no lo sabíamos. Pero aún así decidimos ir porque teníamos mucha ilusión por verlos. Y tengo que decir que fue algo impresionante, maravilloso y único. Te dicen que no te acerques a ellos a más de 4 metros ni los toques, pero es imposible! Porque como les echan comida, ellos vienen hacia ti, lentamente, con su boca inmensa abierta de par en par tragando minigambitas que les vierten desde los barcos. Y pasan junto a ti, te rozan y te dan un aletazo si hace falta. Aunque tu no quieras, de una forma o de otra te rozan sin querer. La verdad es que la sensación de estar dentro del agua junto a animales de varios metros de largo es indescriptible. Nos quedamos los 5 muy impresionados, aunque tragamos bastante agua y mi madre y yo la potamos cuando llegamos a la orilla. Pero todo mereció la pena por nadar con ellos un rato, fue increíble. Aquí os dejo algunas fotos de las que nos hicimos.






Y como habíamos ido al puerto con las maletas y las habíamos dejado en unas taquillas de una tienda, decidimos irnos desde allí directamente hacia Bohol, nuestro siguiente destino. Del mismo puerto donde salen los barcos para ver a las ballenas, salen barcos a las 12 del medio día que por 20 euros te llevan en 3,5 horas hasta Alona Beach, en Bohol. 

 
Y aquí es donde estamos ahora. Pero os lo cuento en otro post, que estamos reventados con tanta actividad y me voy a la camita. Viva el jamón!!





Unknown Web Developer

1 comentario:

  1. Qué flipe los tiburones ballena, me encantaría probar.

    Lo que no sé si me encantaría probar tanto son los picos esos. Con ese nombre no invitan mucho :D

    Besos.

    ResponderEliminar