Cómo llegar hasta Coban y visitar las ruinas de Tikal


Volvemos a nuestro viaje y parece que, poco a poco, volvemos a ser los mismos. Por mi parte vuelvo a ver la luz y no sólo oscuridad. De pronto todo el viaje se ha abierto ante mi y me siento muy feliz, feliz por vivir la nueva etapa y de poder disfrutar de Pablo ahora tranquilamente, sin prisas, sin reloj, sin fechas… sólo para nosotros dos. Y es que no puedo evitar que, después de 3 meses, me salga la vena ballerina (digo por lo de absorvente).
El viaje continúa y nuestro primer destino fue Cobán. Nos fuimos muy temprano en autobús durante 4 horas y media para llegar a esta ciudad. Cuando por fin llegamos llovía a cántaros. No teníamos ni idea de dónde estaba el hotel y sin más remedio nos pusimos a andar bajo la lluvia buscando llegar pronto a Casa Luna. El problema aquí es que parece que hablas otro idioma, nadie nos entiende es algo increíble. Preguntas a alguien por tal dirección y su respuesta es o “bien”, que tú te preguntas: ¿bien qué? Que se va por la derecha o por la izquierda?, o le preguntas en español y te responden en Inglés.

Y entonces le dices educadamente que eres español y el colega vuelve a responderte en Inglés. Además algo muy típico chapín es no reconocer que no saben así que mejor te mandan en cualquier dirección antes que reconocer que no saben. Y así, siguiendo las medio-indicaciones pasamos una hora dando vueltas por toda la ciudad hasta que por fin encontramos el hotel. Cobán es una ciudad grande pero sin mucho para ver así que buscamos algo para cenar y nos fuimos al hotel a descansar y secarnos. El día siguiente nos cambiamos de hotel al Casa D´acuña (10 € la doble por noche en un hotel precioso con wifi), y lo pasamos “pelucheando”. Quedamos con Verónica, una voluntaria que estaba aquí por unos días y paseamos, comimos, charlamos, leímos en el jardín del hotel… pero nada más, fue un día de relax.
CON VERÓNICA TOMANDO UN CREPE
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Fin de nuestro voluntariado en NPH Guatemala


Siempre dicen que una experiencia como esta te cambia la vida. Y yo me pregunto en qué he cambiado, o qué he podido cambiar yo en estos 3 meses. Hoy, desde la pena de la despedida, sólo puedo sentir una inmensa tristeza y un sentimiento de abandono porque ellos, los niños, seguirán allí aunque nos vayamos todos.
Las últimas dos semanas han sido un poco desastrosas, una mezcla de nervios, estrés y enfermedades. Yo comencé con algún tipo de bacteria en el estómago que no me dejaba vivir. Probamos con antiparásitos pero no me mejoraba y sólo los antibióticos consiguieron quitarme el dolor de estómago. Pero pasé la semana pachucha, sin comer ni dormir bien y sin ganas de nada. Pablito siguió su consulta, y por suerte pudo pasar la revisión a todos los bebés.

PABLO AUSCULTANDO A UNO DE LOS BEBÉS
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Visitar el Lago Atitlan


Esta semana ha sido sencillamente maravillosa. Tanto que nos ha costado volver a la realidad del currante que se levanta a las 7 de la mañana. Y ahora vais a entender por qué.
El martes Santo era el día de las alfombras en NPH. Cada curso hizo una alfombra en el camino que va desde la entrada principal hasta el comedor. Las hicieron con mucha ilusión y, aunque no podían compararse con las de Antigua, algunas eran muy muy bonitas. Y sobre todo los niños se lo pasaron muy bien haciéndolas y eso fue lo mejor. Nosotros estuvimos viéndolas todas y haciéndoles fotos. Luego sacaron un pequeño paso con una pequeña imagen que tienen aquí y que adornaron ellos mismos. Doña Gloria, la profesora de Religión, era quien dirigía la procesión y todos iban pasando sobre las alfombras y deshaciéndolas. Eso era, sobre todo, lo que más le gustaba a los niños.

UNA DE LAS ALFOMBRAS
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Semana Santa en Antigua Guatemala


Después de 15 días volvemos a dar señales de vida. El problema es que hemos sufrido un gran percance con nuestro ordenador: un día, sin motivo aparente, entró en coma y ha tardado 6 días en salir de él. Y lo malo es que amenazaba con llevarse todo lo que tenÍa en su interior a la tumba. Sospechamos que pudo ser un virus pero ni ahora que todo ha pasado tenemos muy claro qué ha sido. Lo bueno fue que el primer día de ausencia pudimos, en una acción de emergencia, salvar las fotos de viaje y los textos donde yo tenía todos mis talleres. El resto se ha perdido todo, para siempre. Incluidas algunas fotos de Cuba y las últimas fotos que teníamos de un proyecto familiar así como todos los correos y contactos de mail. Pero bueno, al menos ha salido del trance, ha vuelto a la vida y de nuevo está aquí para acompañarnos en el resto del viaje. Uf menos mal.

Estas dos semanas han sido tranquilas, disfrutando de los días que se van rápidamente.
La semana pasada estuvimos cenando con los bebés. En la casa de bebés hay niños de hasta 7 años y este finde han entrado un bebé de 3 meses y su hermana de un año y poco. Cenar con ellos es una gozada, todos quieren que te sientes en su mesa, darte besos, jugar contigo… Pues les ayudamos a rezar, lavarse las manos, a servir la comida, a lavar los platos y a lavarse los dientes. Pablo les dio una clase práctica sobre cómo cepillarse los dientes y todos lo imitaron muy interesados. Luego se pusieron los pijamitas y a la cama. Yo me fui al cuarto de los más pequeñines a leerles un cuento y Pablo fue a la habitación de los niños a hacerles juegos de magia. Cuando llegué allí estaban todos sentados alrededor de Pablo y como locos con los trucos de magia. Y a las 7 a la camita, a dormir y hasta mañana. De verdad que me entran ganas de comérmelos uno a uno, son tan bonitos y tan cariñosos… aqui teneis un video de los niños (ver video)
TODOS LOS NIÑOS VINIERON A ABRAZARME CUANDO LLEGAMOS
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